Las
hermanas González Valenzuela, a mediados del siglo pasado, recibieron una
herencia de sus padres que decidieron convertir en un prostíbulo de
renombre.
En
San Francisco del Rincón, Guanajuato, las hermanas se hicieron famosas por
manejar el mejor negocio de su tipo, y fue ahí que se les apodó "Las
Poquianchis" en referencia al antiguo dueño del local.
Pero
lo que los habitantes de San Francisco del Rincón no sabían era que las mujeres
que trabajaban en el prostíbulo de "Las Poquianchis" eran víctimas de
secuestro que habían sido forzadas a trabajar como sexoservidoras, a aguantar
fuertes torturas y a tomar parte en ritos satánicos.
Fue
hasta 1964 que, cuando una de las trabajadoras se escapó y delató a las
hermanas, éstas fueron detenidas por las autoridades. Al revisar la casa de
estas mujeres, los investigadores encontraron restos humanos enterrados en el
jardín y vestigios de que las víctimas de las hermanas habían sido sepultadas
cuando aún tenían vida.
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