Contexto
Político
Por
Efraín Flores Iglesias
Morena
y su intolerante dirigente en Guerrero
Desde
que Movimiento Regeneración Nacional (Morena) obtuvo su registro como partido
político –9 de julio de 2014– ha tenido dos dirigentes estatales en Guerrero.
Se trata de César Núñez Ramos y Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, personajes
sin liderazgo y que solamente se cuelgan de la imagen de Andrés Manuel López
Obrador para seguir disfrutando de las prerrogativas que una institución (el
INE) le otorga mensualmente a Morena.
Dichos dirigentes no tienen ningún compromiso social con Guerrero, pues no se les conoce ninguna gestión en alguna comunidad. Su estrategia siempre ha sido estar en contra de todo y a favor de nada.
Dichos dirigentes no tienen ningún compromiso social con Guerrero, pues no se les conoce ninguna gestión en alguna comunidad. Su estrategia siempre ha sido estar en contra de todo y a favor de nada.
Resulta
curioso que en la actual dirigencia estatal, no todo camina bien que digamos.
Existen serias diferencias entre el presidente y el secretario general, Marcial
Rodríguez Saldaña. Y todo inició –de acuerdo a fuentes consultadas de este
partido– porque Pablo Amílcar Sandoval vio en el ex rector de la Universidad
Autónoma de Guerrero (UAGro) “una seria amenaza” a sus intereses
político-personales.
El
dirigente estatal de Morena es nieto del veterano luchador social y fundador
del PRD, Pablo Sandoval Cruz, y vástago del ex legislador federal perredista y
académico de la UNAM, Pablo Sandoval Ramírez. Sin embargo, no heredó de sus
consanguíneos el espíritu de lucha social. Lo suyo es hacer política encerrado
en su oficina o en restaurantes.
Hay
que reconocer que Morena tiene presencia en los 81 municipios de la entidad,
pero no por su dirigencia estatal, sino porque López Obrador ha sido dos veces
candidato a la Presidencia de la República y su discurso ha convencido a un
importante sector del perredismo, del PT y de Movimiento Ciudadano.
Las
fuentes consultadas refieren también que Pablo Amílcar aspira ser senador de la
República, y que por esa sencilla razón maniobró para que la Comisión de Honor
y Justicia de Morena destituyera el 10 de abril del año pasado a Marcial
Rodríguez Saldaña como secretario general.
“Morena
está satisfecho (con la resolución), con el funcionamiento de los órganos
internos, porque eso le garantiza a los militantes tener acceso a la justicia
partidaria, y es una muestra de que en Morena no se van a tolerar acciones
fraudulentas a las que están acostumbrados en el PRD y PRI”, indicó Sandoval el
día en que fue notificado de la resolución emitida por la Comisión de Honor y
Justicia.
Un
grupo de militantes de Morena del municipio de Acapulco impugnó a Rodríguez
Saldaña ante el órgano nacional interno, al considerar que el académico
incurrió en acarreo y compra de votos en una asamblea realizada en el mes de
octubre de 2015 para ser designado consejero estatal, y que aprovechó esa posición
para postularse en noviembre de ese año como secretario general de Morena.
Pablo
Amílcar se confió. Creyó que ya había sepultado políticamente a Marcial
Rodríguez. Pero no fue así. El académico se defendió y ganó.
El
3 de octubre, la Comisión de Honor y Justicia le restituyó sus derechos y
ordenó su reinstalación como secretario general de Morena en el estado de
Guerrero.
Desde
luego que eso le molestó a Pablo Amílcar, quien amagó que “no acataría” la
orden de restituirle sus derechos.
En
efecto, el ex rector de la UAGro regresó a ocupar su cargo, no sin antes
advertir que su derecho como secretario general “ya no está a discusión de
nadie” y que Morena “debe ponerse por encima de cualquier apreciación
personal”.
La
soberbia de Pablo Amílcar es evidente. Se pelea con medio mundo. Es un hombre
cerrado, un dirigente partidista que está en contra de todo y a favor de nada.
En
lugar de abrir las puertas de Morena para que perredistas y militantes de otras
fuerzas políticas se sumen al proyecto de López Obrador, las cierra. Y se
entiende: no quiere que nadie lo desplace de Morena en Guerrero, ya que sueña
con ser senador en 2018.
Pablo
Amílcar se comporta igual de intolerante que su cuñado John Ackerman, académico
de la UNAM y uno de los principales asesores de AMLO, quien ningunea a sus
opositores, tanto externos como internos.
Morena
requiere urgentemente un líder que sepa unificar a sus bases, no un dirigente
que solamente piense en sus intereses personales.
Comentarios:
E-mail: efrain_flores_iglesias@hotmail.com; Facebook: Efraín Flores Iglesias;
Twitter: @efiglesias
No hay comentarios:
Publicar un comentario