martes, 9 de mayo de 2017

Exilios de religiosos

*La fe asesina, divide y expulsa a miles de familias
Chilpancingo, Gro.- La aparición de numerosos grupos religiosos en México, unos para propagar la fe exportada desde Medio Oriente, ha dado consigo en grandes partes del mundo, y también específicamente en varios estados de México, la expulsión, la represión y el desarraigo de de sus lugares de origen de miles de personas, principalmente de zonas indígenas, en donde el abuso de los “Usos y Costumbres”, es una práctica cotidiana.

A pesar de que la fe se ha convertido en un verdadero negocio para cientos de pastores y sacerdotes y sus familias, que se enriquecen a costillas de la buena voluntad de miles de personas, aun subsisten personas que propagan las buenas bondades de la biblia, que asumen los principios y mandatos que se encuentran en ese libro para que se pueda acceder a una vida mejor, a que los seres humanos convivan en paz y armonía.
En los Sentimientos de la Nación del generalísimo José María Morelos y Pavón, se establecía la propuesta de que la religión católica sería la única, pero al paso de los años, se acordó  que en México habría la  libertad de culto, es decir, que cualquier persona podría profesar la fe que quisiere, sin ser molestado o encarcelado por sus preferencias religiosas.
 De acuerdo con la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, una organización no gubernamental, se llevaron a cabo más de 287.000 casos de desplazamiento forzado interno en los últimos cinco años. Sin embargo, la Comisión Nacional de Derechos Humanos acreditada por la ONU sitúa la cifra en alrededor de 35.000.
Las presiones que enfrentan los cristianos evangélicos son más comunes en las comunidades indígenas, debido a la percepción de que están perturbando la vida cultural.
No existe una ley nacional en materia de desplazamiento forzado interno, porque el estado no quiere reconocer que hay un problema, y es que teme generar un problema de dimensiones mayúsculos, por lo que se privilegia la arbitrariedad y el abuso de los fanáticos religiosos.
Pero además también se protegen los abusos de los cristianos evangélicos, que con la falsa promesa de un inexistente Dios, obligan a sus súbditos a pagar el diez por ciento o hasta el veinte por ciento de su sueldo para “mejoras de la iglesia”. Es el llamado “diezmo”, o sea el diez por ciento.
La historia se vuelve a repetir porque cuando inició el proceso de evangelización por parte de la Corona Española en México, los indígenas mexicanos, quienes tenían sus propios dioses, su propia fe y sus propias creencias, fueron llevados casi al exterminio por parte de los evangelizadores, quienes consideraban el llamado “paganismo” como una afrenta a Dios, así desapareció el culto a Tlaloc, Huitzilopochtli, Quetzalcoatl, Quanacuaxtitlàn –el dios de Olinalá en la Montaña de Guerrero.., por citar solo a algunos de los más de mil dioses que tenían los antiguos mexicanos.
Hoy en día, la búsqueda de ver quien tiene la razón, o la irracionalidad de falsos profetas, ha llevado al sufrimiento, al destierro y  la ignominia, a cientos de familias que profesan una religión llegada desde la Palestina e Israel, de dioses árabes inciertos, de una fe que excluye, donde se obliga a pensar como ellos deciden , donde se obliga al casamiento de las hijas con integrantes de esos mismos grupos, so pena de ser expulsadas de la familia.
Los grupos religiosos también se han propalado por el financiamiento millonario, las becas a jóvenes, por parte de organizaciones residentes en Estados Unidos, con el único objetivo de mantener a la sociedad sumida en la ignominia, de que no protesten por las condiciones de miseria y explotación que viven en sus países, que acepten como un castigo divino la vida de miseria que llevan. Ello se puede considerar según Martha Harnecker, la escritora chilena, a la religión y los grupos protestantes, como aparatos ideológicos de estado.
El objetivo primordial es que se debe evitar que la gente piense, que la gente reflexiones sobre la situación en que vive, que esperen a que llegue un dios como lo dice la biblia para que los salve de la paupérrima situación económica en la que viven.

Expulsión de cristianos en el mundo
Pero la expulsión de los grupos religiosos cristianos de sus lugares de origen, no es privativo de los municipios indígenas de Guerrero, ni únicamente del cristianismo, sino de todo el mundo y por parte de todos los grupos creyentes más importantes como el hinduismo, los musulmanes, los budistas y los Judaístas.
También se vive el exclusionismo en los grupos cristianos evangélicos, cuando sólo se permite el matrimonio de los hijos y los seguidores de esas sectas, con personas de ese mismo grupo religioso, no hay libertad de pensamiento, no existe opinión diferente, so pena de ser expulsado, además de que se obliga en repetidas ocasiones a las hijas a casarse con los pastores a petición de estos.
En días recientes pasados, se informó que el Estado Islámico secuestró a 200 cristianos en Siria. De acuerdo a Open Doors, más de 150 millones de cristianos son perseguidos anualmente en el mundo. Asimismo, esa organización expuso que en 2012 un total de dos mil 123 cristianos fueron asesinados. De acuerdo a una nota de Quadratín Edomex, de los 300 mil cristianos que vivían en la zona de Irak ocupada por ISIS, el 95% ha tenido que mudarse y el 5% ha optado por convertirse al Islam. La Organización No Gubernamental, Open Doors detalla los países que persiguen a los cristianos alrededor del mundo; en la lista de 50, por décimo año consecutivo, Corea del Norte resultó ser el primer país en reportar esta situación.
En uno de por lo menos tres casos de persecución a cristianos evangélicos en el sureño estado mexicano de Chiapas el mes pasado, los líderes del pueblo se retractaron de su acuerdo de permitir que 47 evangélicos que fueron expulsados por su fe regresaran a sus casas y a sus tierras.
Hablar de la disciplina de la iglesia podría ser algo nuevo para algunos, una amarga experiencia para otros, pero independientemente de los conceptos que tengamos asociados a ella, es bíblica en toda su extensión.
Mucho se ha escrito al respecto de este tema y yo no pretendo con este post sustituir esas enseñanzas, mi propósito es más bien, que podamos recordar o ampliar sobre la importancia que aplicar la disciplina bíblica tiene para la salud de la iglesia.
El tema de la excomunión o expulsión de un miembro de la iglesia como parte del proceso de disciplina, puede encontrar algunas reacciones favorables y otras no tanto. Los extremos han hecho que este no sea un asunto del que no se habla con toda comodidad.
Algunos pastores o iglesias, son demasiado blandos en este sentido, ocasionando así afrenta al cuerpo de Cristo, y otros la administran de manera tan informal y autoritaria que terminan haciendo más daño con el remedio que el que se ocasiona con la enfermedad.
La expulsión es el final de un de un proceso, no una decisión emotiva
Algunos pecados que se cometen en la iglesia suelen producir un efecto más traumático que otros entre los miembros de la iglesia, es por eso que el liderazgo puede reaccionar con emotividad y saltar el proceso bíblico.
Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
Este pasaje, al que se le considera la cátedra en el tema, muestra de manera explícita, y en palabras del mismo Señor Jesucristo, cual es el proceso a seguir en una disciplina antes de la expulsión. Lo que notamos evidentemente es que es un proceso que debe administrarse de manera progresiva y no abrupta.
Muchos hermanos han sufrido hasta el día de hoy los estragos de una disciplina mal administrada. Nadie puede usar la escritura para hablar de expulsión si antes no la usa para hablar de un proceso que se administra en amor, misericordia y verdad.
La excomunión es tan bíblica como el amor, por tanto no son excluyentes
Otro extremo peligroso en cuanto a la excomunión es el tratar de interponer un amor – generalmente falso, sentimental, no bíblico-  ante la administración del debido proceso.
La excomunión es parte del proceso de disciplina y el propósito es producir arrepentimiento a través de la aflicción de estar lejos de la iglesia; si eso ocurre y hay arrepentimiento, la iglesia debe recibirlo. Es así como lo vemos en 2a a los corintios. Parece ser que el pecador que fue reprendido en la primera carta se arrepintió y ahora Pablo les pide que le reciban al hermano y le consuelen.
“Para él es suficiente el castigo que le impuso la mayoría. Más bien debieran perdonarlo y consolarlo para que no sea consumido por la excesiva tristeza.”
Es indispensable aclarar que el arrepentido debe dar frutos dignos y solicitar nuevamente ante la congregación la calidad de miembro exponiendo ante ellos su arrepentimiento y deseo de reintegrarse a la iglesia, luego de ser animado y exhortado.
No cabe duda que los procesos de disciplina son de los asuntos difíciles de lidiar en la iglesia. Como habrás leído, la expulsión no es algo que se contempla de manera inmediata en el inicio del proceso de disciplina a un miembro, sino que es más bien, la última salida, cuando se han agotado los demás recursos para hacer volver al hermano.
Creo que tendríamos que definir eso de “distinta visión” y “uno que otro problema de carácter”, en cuanto a este segundo, todos los tenemos, nadie es perfecto y no lo seremos hasta entrar al cielo, pero si esos problemas de carácter son parte de un pecado recurrente que afecta a la persona, a la congregación y al testimonio con los de afuera, sin duda requiere un proceso disciplinario; pero de nuevo, debe ser administrado de acuerdo a la palabra de Dios.
Los procesos de disciplina no son algo fácil de lidiar. Ellos involucran dolor y pena por el hermano que está en ese proceso y la iglesia debe poner todo de su parte por su restauración. Al respecto de juntarse con alguien en disciplina, hay algunas prácticas de pecado recurrente, que en cierta instancia del proceso, impiden la comunión con alguien que se haga llamar hermano (1 Cor 5:11).

Por supuesto, se trata de un caso en el que alguien, aún después de haber sido disciplinado por la iglesia y expulsado como última instancia, ya no se le puede tratar como a un hermano, aunque eso no implica no acercarse a él de ninguna forma, ni siquiera para predicarle el evangelio. El propósito de esta severidad es múltiple: por un lado la iglesia entiende la necesidad de santidad y de vivir una vida que honre al Señor y en segundo lugar, esto manda un mensaje al mundo, que los que viven conforme al pecado, no puede ser llamados hijos de Dios y miembros de la iglesia. Siempre se espera que este distanciamiento mueva a la persona disciplinada a arrepentirse genuinamente de su pecado.

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