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or Baltasar Hernández Gómez.
Los romanos fue una civilización pragmática que tendió a radicar el pensamiento filosófico y científico en praxis y ciencia aplicada para desarrollarse y expanderse en el mundo occidental conocido, a través de la educación formal, las legislaciones y los avances materiales.
La comunicación fue entendida como arte y técnica, estableciendo una educación que incorporó las enseñanzas griegas, sobre todo, y los procesos de sistematización bibliográfica para estructurar la oratoria y la escritura como un proceso para ponerse en común y no dejar a interpretaciones la reciprocidad que debe emerger para el entendimiento. Esto hizo que hubiera una formalidad en sus tratos, convenios y las prácticas cotidianas entre ciudadanos e instituciones.
La comunicación se amplificó a las conexiones físicas por medio de la construcción de infraestructura carretera y marítima, con el propósito de propiciar la vinculación social, productiva y de guerra. Los caminos, las rutas, los puentes y edificios fueron el pilar de su intervención en toda Europa.
Este legado ahora pertenece a las naciones que sucedieron en el tiempo, que hoy reconocen que la comunicación es la base del intercambio entre personas, las ideas, la ciencia y los productos.
Basta detenernos a pensar que la comunicación debe ser enlace sensible, práctico y armónico, a fin de que la enseñanza-aprendizaje, el otorgamiento y recepción de información, las leyes, civilidad y la sensibilidad como característica intrínseca al Hombre, tiene que realizarse en equilibrio, para forjar unidad que motive el crecimiento humano hacia actos, sentimientos y pensamientos correctos y no para la división, la explotación ni la guerra.
Las vías de comunicación deben entrelazar y no ser limitantes territoriales que separen a la humanidad.
baltasarhg@gmail.com
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