Editorial
El
“Sacro Estado de Guerrero”
Hoy
hemos sido testigos de cómo la política en a Guerrero retrocedió hasta la Edad
Media.
La
“consagración” de un “Estado” en México no había ocurrido jamás, y en la
historia del mundo hace exactamente mil 215 años, desde que en el año 800 el
Papa León III, coronó en Roma, a los pies de los sepulcros de San Pedro y San
Pablo a Carlo Magno, nombrándolo: “Carolo,
piisimo Augusto a Deo coronato pacificio magno et pacificio imperatori vita, et
vitria” (A Carlos Augusto, coronado
por Dios emperador poderoso y pacífico, larga vida y victoria).
Mil
215 años después volvió a suceder de una manera históricamente muy diferente,
pues Carlo Mago entro a Roma triunfante… y abandono Roma vencido por la
Iglesia, pero aquí en Guerrero, la razón, si existe una es totalmente
diferente. Aquello fue un acto político, este se da por la ausencia total de la
misma.
Es
la razón de un estado en crisis social y política, un estado entregado a la
insuficiencia gubernamental desde hace sexenios, donde sus gobernantes han mostrado de todo,
menos capacidad y talento político para gobernar, un estado que vive sumido en la
indolencia, el terror y la violencia. Alcanzando ya altos niveles de
incompetencia, de falta de talento político, y a falta de ello el gobierno de
Héctor Astudillo Flores, retrocede hasta la Edad Media para buscar aliados, en
busca del “Santo Grial” y los encontró en la Iglesia… en la paciente Iglesia.
Institución
a la que enfrento en el siglo XIX, Benito
Juárez, siendo Presidente de la República, hoy Florencio Salazar Adame, secretario
general de gobierno, al consagrar al gobierno de estado a nombre el gobernador
Héctor Astudillo Flores, ante el obispo Carlos Garfias Merlos, “representante
de Roma”, expresó: “Por este medio me consagro a mí mismo, a mi familia, mi
gobierno y el estado de Guerrero y a todos sus empleados que están bajo mi responsabilidad, le pido a Dios bajo la
intersección del Inmaculado Corazón de
María y el Sagrado Corazón de Jesús, que escuche y acepte mi acto de
consagración, le entrego a Dios y a su divina voluntad todo lo que somos y todo
lo que tenemos en el estado”…
Así
con estas palabras el gobierno de Héctor Astudillo Flores, le dio una patada en
el trasero a las “Leyes de Reforma”.
Profunda
es la diferencia de la congruencia política y de principios entre aquel
tixtleco, Ignacio Manuel Altamirano, miembro de la generación de la Reforma, y
el actual tixtleco que hoy enarbola sin lugar a dudas una política de pulpito,
en tanto el liberalismo de Florencio
Salazar Adame, generado y formado por su
autodidactismo, ha caído en el
profundo pozo del oscurantismo producto sin duda, de sus doce años de
militancia panista.
De
Evodio Velázquez Aguirre, alcalde de Acapulco, a través de su representante, Daniel
Meza Loaeza, secretario general del H. Ayuntamiento de Acapulco, sólo fue parte
del coro, quien ya de por sí es un “cero a la izquierda” en él gabinete de
municipal. Un acólito del evento. Sólo falta ver y percibir las acciones que
del Cielo mande la corte celestial, para que Guerrero salga del atolladero en
que se encuentra.
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