En una breve conversación, un hombre le pregunta a una mujer: ¿Qué tipo de hombre estás buscando?
Ella se quedó sin decir nada por un momento y antes de verlo a los ojos le preguntó: ¿De verdad quieres saberlo?
Él respondió sí...
Ella empezó diciendo: “Siendo una mujer en esta época, estoy en posición de pedirle a un hombre lo que yo sola no puedo hacer por mí.
Yo pago facturas, yo me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre, yo estoy en la posición de preguntar: ¿Qué es lo que tú puedes aportar en mi vida?
El hombre se le quedó mirando y pensó que ella se estaba refiriendo al dinero.
Ella, sabiendo lo que él estaba pensando, dijo: No me estoy refiriendo al dinero, yo necesito algo más, algo que no he encontrado en nadie de los que se me han acercado para estar juntos.
Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida. Yo busco a alguien que luche por superarse sin estereotipos, sino ser auténtico, a alguien con quien conversar y que me motive a ser cada vez mejor.
Quiero a alguien a quien admirar y que me admire por mí misma.
Yo necesito a alguien lo suficientemente sensible para que me comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero lo suficientemente fuerte para darme ánimo y no dejarme caer.
Alguien que me abrace tan fuerte que haga desaparecer mis miedos. Un hombre que comparta mis silencios, que entienda mi historia; que me ayude a sanar y a volver a creer.
Busco a alguien en quien pueda confiar, que me respete como su pareja y mejor amiga... Su todo... Dios hizo al hombre y a la mujer en iguales condiciones para apoyarse mutuamente.
Yo busco a un hombre sensible y con buenos sentimientos, porque él conocerá mis sentimientos con sólo mirarme a los ojos. Busco ternura y acompañamiento sin moldes sociales.
¿Y si lo logras tener? Preguntó el hombre.
Lo valoraré y sabré ser y hacer feliz, concluyó la mujer.
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