LECTURA POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
El que tiende apuestas políticas por adelantado, es el senador zacatecano, Ricardo Monreal Ávila. Camufla y vende su actuación apareciendo a la vez, con los dos senadores de Guerrero: el del PRI, Manuel Añorve Baños. Y el del Morena y frustrado aspirante a gobernador, Félix Salgado Macedonio. No es casual que ahora delinee una “agenda legislativa común para Guerrero”. Porque al final de cuentas, jugará la sucesión presidencial con cualquiera de los dos. Y, por lo tanto, es conveniente para su proyecto de poder, sostener acuerdos con ambos. Los necesita operando de su lado. La coyuntura manda.
MONREAL: RUPTURAS. – Para la elección presidencial del 2024, la ruptura parece inevitable al interior del Morena. Porque el presidente AMLO —aplicando la vieja tradición priista del “dedazo”— tendrá que decidir el nombre de su sucesor de tres personajes: la actual jafa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum Pardo, el secretario de Relaciones Exteriores. Marcelo Ebrard Casaubón y el senador Ricardo Monreal Ávila. Los tres marcados por su pasado político. Se lee así: 1.- La tradición presidencialista no cambia pese al paso del tiempo y las alternancias que desplazaron al PRI. El presidente Miguel Alemán impulsó como sucesor a Adolfo Ruiz Cortines, evaluando que podía controlarlo y gobernar un sexenio más debido a la mansedumbre mostrada por este. Lo mismo pensó Luis Echeverría de José López Portillo, quien obedeció ciega y fielmente, todas sus indicaciones como secretario de Hacienda. Y Carlos Salinas de Gortari quiso seguir el mismo esquema con Luis Donaldo Colosio. López Obrador parece decidido a apoyar en la carrera presidencial, a Claudia Sheinbaum. Porque es la más fiel y disciplinada a su proyecto. Encaja dentro de la tradición de todos los ex presidentes del pasado que han apelado infructuosamente, a seguir gobernando cuando se van. O por lo menos, que les cubran las espaldas. 2.- En Guerrero, el problema de Claudia Sheinbaum como eventual candidata del Morena a la presidencia, es que no tiene amarres políticos con los grupos de poder locales. Como ya los están tendiendo tanto Marcelo Ebrard, como Ricardo Monreal. Desde luego, estos arreglos políticos por adelantado, llevan el firme propósito de presionar al presidente AMLO, con el fin de que ambos aspirantes adquieran plusvalías políticas. Y obligarlo a cambiar de decisión. De los tres aspirantes, el que compatibiliza más con el PRI —en función de que es la cuna que lo arrulló— es sin duda, Ricardo Monreal. Él lo sabe. Y sabe también, que en el fondo no aparece dentro del ánimo político presidencial. Y por eso se está moviendo por adelantado. Quiere cobrar los favores a Félix Salgado. Porque en noviembre pasado salió de inmediato a desmentir la denuncia por abuso sexual contra el Toro Salgado, presentando una carta de no antecedentes penales fechada un día antes de que estallara el escándalo. Fue todo un fiasco. Con Manuel Añorve se entiende muy bien. Y si la decisión presidencial no lo favoreciera, la primera puerta que se abriría generosa para él, sería la del PRI. Y eventualmente, la del PAN. Félix tendría que disciplinarse con AMLO si se inclina por Claudia. Pero soterradamente, apoyaría a Ricardo Monreal. 3.- Marcelo Ebrard tiene asegurados por su parte, los apoyos del PRD y del MC. En Guerrero, el ex gobernador Ángel Aguirre y el empresario Luis Walton son sus más visibles aliados. De hecho, el Morena necesitará de alianzas partidistas para esa fecha con el fin de retener la presidencia. Claudia Sheinbaum no garantiza un triunfo electoral yendo a la competencia cobijada en soledad por el Morena. Si Marcelo fuera el candidato amarrando los apoyos de los más variopintos grupos de interés y personajes guerrerenses, el Toro Salgado quedaría desprotegido políticamente. Porque está lanzando sus fichas prematuramente. Y porque está mandando señales muy claras en el sentido de que no apostaría ni por Claudia Sheinbaum ni por Marcelo Ebrard. En dicho escenario, estaría jugando aliado “en lo oscurito”, con el PRI. Ese es el punto.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Al menos en Guerrero, el presidente AMLO toma su distancia de la lucha social de la que, en su momento, fue beneficiario. Primero, no ha podido frenar a las policías comunitarias que nacieron como producto natural de la inseguridad. Y luego, algunas se entreveraron con la delincuencia, la cual continúa operando imparable. Después, les quitó “legalmente” a los normalistas de Ayotzinapa el secuestro de las casetas de cobro de las Autopistas. Pero sin resolver el asunto de la desaparición de los 43. Lo que el presidente no evalúa, es que la lucha social le dio muchos votos al Morena en las dos últimas elecciones. Y ya se acercan los comicios presidenciales.
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