lunes, 18 de octubre de 2021

LECTURA POLÍTICA

#opinion Noé Mondragón Norato
Cubrirse las espaldas
Un asunto le mete mucho ruido a la designación de los funcionarios del gabinete estatal de la morenista Evelyn Salgado: la ratificación en la Secretaría de la Contraloría y Transparencia gubernamental del estado de Guerrero, de Eduardo Gerardo Loria Casanova. Es al menos, la prueba más visible de los acuerdos políticos inconfesables entre el ex gobernador priista Héctor Astudillo y el senador Félix Salgado Macedonio. Hay que ir por partes.
HERENCIAS ESTRATÉGICAS. – En la política local, protegerse las espaldas por parte de los ex gobernadores, resulta una medida fundamental para asegurar tranquilidad y seguridad en el sentido de que no serán requeridos en el futuro, por los órganos fiscalizadores. La historia no miente: 1.- El ex gobernador perredista Zeferino Torreblanca Galindo, había creado todas las condiciones para que el PRI retornara al gobierno estatal en la elección de enero de 2011. Pero la estrategia falló cuando se atravesó Ángel Aguirre, mudándose del PRI al PRD. Y ganando la elección. Zeferino padeció ataques sistemáticos en materia fiscal de la entonces Contraloría estatal, a cuya titularidad apareció Julio César Hernández Martínez, de clara pertenencia aguirrista. Muchos funcionarios zeferinistas tuvieron que comparecer ante esa instancia a fin de “aclarar” la aplicación de los dineros públicos. Y si las cosas no se desbordaron, fue por la intervención de la dirigencia nacional del PRD que advirtió en aquella disputa, un desgaste inútil para ese partido. 2.- Cuando Héctor Astudillo asumió como gobernador en 2015, su secretario de Finanzas y actual diputado local, Héctor Apreza Patrón, comenzó a ventilar las “corruptelas” de la administración del perredista Rogelio Ortega Martínez. Lo apretaron mediáticamente durante varios meses. Hasta que el ex gobernador Ángel Aguirre intervino a fin de calmar esa tempestad. Y el que apostó sus canicas atinadamente, fue el ex edil de Acapulco, Luis Walton Aburto. A través de un pacto político de valores entendidos con Astudillo, compitió por el gobierno estatal en solitario cobijado por su partido MC, restándole votos a la ex candidata del PRD y actual diputada local, Beatriz Mojica Morga, quien al final, perdió aquella elección. En pago de favores y también para cubrirse las espaldas de la alcaldía de Acapulco —la cual acababa de entregar al perredista Evodio Velázquez—, Walton empujó como titular de la Contraloría estatal a su cuadro, Mario Ramos del Carmen. Y de esa manera, sus posibles desvíos de recursos, quedaron ocultos. Se vendió como un ex edil honesto. Porque contaba con toda la complicidad política del ex gobernador Héctor Astudillo. 3.- A fin de desactivar por anticipado los probables “escándalos por desvíos de recursos” que brotan en medios de comunicación y redes sociales, el ex gobernador Astudillo pactó con Félix Salgado justamente, para conjurar dicho escenario. Y le “heredó” a su secretario de la Contraloría y Transparencia, Eduardo Gerardo Loria Casanova, un funcionario que apenas en agosto pasado fue exhibido como comprador de varios bienes inmuebles millonarios en la exclusiva Zona Diamante de Acapulco. Y sospechosamente, todos los actores políticos guardaron silencio. Desde el Congreso local de mayoría morenista. Hasta el propio Toro sin Cerca. Tampoco se abrió investigación alguna al respecto, pese a las copias notariadas de esas adquisiciones exhibidas en varios medios de comunicación. Es claro que Loria Casanova fue ratificado en esa posición estratégica, a fin de barrer y asear la casa desordenada dejada por Astudillo. Atemperar escándalos y cubrir espaldas. Como en la vieja tradición corrupta priista y perredista. Lo peor no es eso, sino el mensaje de las complicidades y los acuerdos soterrados entre la dupla Astudillo-Félix, que confirma por enésima ocasión, la entrega por adelantado del gobierno estatal al Morena. Y también, que la Cuarta Transformación en Guerrero no será lo que los discursos rimbombantes prometen, sino la desilusión progresiva de los hechos, que son tercos. La fuerza gravitacional no se equivoca: mientras más alto se sube, más dura es la caída.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Todo un espectáculo propio de la más burda comicidad abrió el rector interino de la UAGro, Alfredo Romero Olea. Resulta que les tomó protesta a sus “nuevos” funcionarios, pero en realidad, ratificó a la mayoría de ellos. Lo cual confirma que no es dueño de sus decisiones. Y que, el verdadero rector que mueve todos esos hilos tras bambalinas, es Javier Saldaña Almazán, quien fertiliza el terreno para buscar por tercera ocasión, la rectoría de dicha institución. La vetusta y oxidada maquinaria universitaria ya está trabajando en ese proyecto.


 

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