Por
Alfredo Guzmán
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¿Tan lejos de Dios y tan cerca de…?
Ni
siquiera en mis noches de insomnio, derivados del complejo mecanismo que es mi
mente en blanco, al estilo Kalimán, pude imaginar una condición tan complicada
para el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y su gabinete, a tan
solo 15 meses de su gobierno de 6 años. Aunque hay optimistas que suponen que
hasta se podrá reelegir.
Escenario
financiero, social y político inédito, complejo, incierto y de pronóstico
reservado.
Iban
tan bien las mañaneras manipuladoras. Las bromas que todo el séquito festejaba,
los dislates y el manejo estratégico de la agenda, que quienes conocemos de la
comunicación política, sabemos que no había forma de contradecir al que hacía
alarde de tener relación y contacto directo con Dios.
Y
la naturaleza, que no Dios, pues no lo concibo castigador, fue quien hizo ver
la otra realidad.
Pero
a la circunstancia crítica de un virus aún sin cura, se le acumularon los
errores recientes.
Sin
crecimiento, sin medicinas, sin dinero, con una violencia desatada, peleado con
empresarios y enfrentado a partidos políticos a los que derrotó y a quienes les
ha endilgado epítetos como corruptos, Conservadores, Traidores a la Patria,
Neoliberales, huachicoleros y responsables de la violencia que hoy vivimos.
Y
si a esto le sumamos un escenario financiero mundial crítico, como devaluación
del peso, desplome del precio del petróleo y la Banca internacional inestable y
sin control.
Podemos
establecer que “éramos muchos y con hambre y parió la abuela”.
Con
estas circunstancias, el proyecto, que aún no se conoce, pero que algunos
suponían transexenal, empieza a tener tropiezos y una condición compleja para
siquiera despegar.
Sin
ser adivino, Santa Lucía, Dos Bocas, Tren Maya y el sistema ferroviario que
uniría al Golfo con el Pacifico, se está esfumando como niebla al salir el sol.
Las becas a los que no trabajan, ya se suspendió, pues no hay forma de seguirlo
promoviendo.
Y
si se mantienen actitudes como que al Presidente nada le puede pasar, que
desdeña políticas sanitarias, como no al abrazo, no al saludo y mucho menos
besos. Y al elemental uso del gel, tenemos en puerta, una posible crisis
constitucional, en caso de que se pueda enfermar.
El
Presidente es humano como yo y tuvo en otro momento un infarto. Tiene 66 años y
debe ser hipertenso.
Debemos
cuidarlo. Como debemos cuidarnos todos, con acciones preventivas contra el
Coronavid-19. No puede, ni debe andar en vuelos comerciales. Ni en actos
políticos masivos. Su seguridad, es la nuestra.
Habrá
tiempo de seguir buscando soluciones a las problemáticas sociales del país.
Habrá tiempo de seguir discutiendo la corrupción que hoy sigue imperando en
todos los actos del gobierno actual.
Ahora
nos obliga la responsabilidad de los tres niveles de gobierno, para aislar el
virus y ganarle la batalla temporal, porque hoy es el Coronavid-19, mañana será
otro.
El
Presidente debe cerrar filas, terminar con su estrategia de dividir al país. De
hablar de Fifís, Neoliberales, Conservadores y enemigos de la Patria. Si quiere
alcanzar estabilidad social.
Es
decir, mañana puede, en caso de que sobrevivamos a esta catástrofe sanitaria,
seguir atacando a los que supone enemigos y planificando que su partido, siga
en el poder, regalando dinero a quienes no laboran.
Destruyendo
las acciones de los gobiernos pasados, que supone, contrarios a su política.
Como
hizo al tirar miles de millones de dólares, al abandonar y cerrar un proyecto de
aeropuerto, moderno, al que ha dicho que se fincaba en la corrupción, pero no
hay nadie preso por eso.
Esos
errores acumulados, hoy pesan más.
La
nave es de todos y ahí vamos todos.
Al
tiempo.
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