lunes, 17 de febrero de 2020

No todo es color de rosa en este gobierno

Las cosas no resultaron como creíamos. Las olas políticas en el pueblo no cambiaron para bien, por el contrario, la llamada “Cuarta Transformación” llegó a embarrar a nuestro Pueblo Mágico de la saliva y las costras de los nuevos y pequeños políticos que han usado a Comitán como su babero, mientras aprenden a comer los deliciosos y enmielados frutos del poder.
El mérito de Emmanuel Cordero Sánchez, presidente de Comitán, Chiapas, no es el de haber ganado una elección, sino el de soportarla todos los pinches días. De ser la cara pública que recibe los tomatazos, las burlas, las injurias y los adjetivos más vergonzosos y denigrantes que puede recibir cualquier fulano con la investidura presidencial.
No se le critica su trabajo como político, no lo hay, sino las absurdas y jocosas ocurrencias que tienen él y su equipo para el “mejoramiento” de la ciudad. Las mismas que han ocasionado que todo mundo lo ridiculice y lo agarre de su puerquito. Las mismas que han llevado a la propia gente a referirse a él como el Presidentito, el Títere, el Sonrisas, el Torombolo, Tribilín, Muchachito, entre otros adjetivos que lo consagran como el peor alcalde de Comitán.
Los caminos de la vida
Su vida dio un giro muy cabrón. Dejó atrás su vida anónima de comodidades y pleitos con policías, faldas y pantalones, para convertirse en el epicentro del bullying todo el pueblo. Los únicos que lo defienden son a los que mantiene, y hasta eso, con sus respectivas excepciones. Seamos sinceros.
Es tanto el bullying y la inconformidad de la gente, que tiene que protegerse con policías las 24 horas afuera de su casa y con guardaespaldas. Se vio en la necesidad de caminar en la entrada de velas y flores en honor a San Caralampio, resguardado por un puñito de policías, por el temor de que lo “justanearan” o que los presidentes de barrio le jalaran las orejas y lo regañaran frente a sus amiguitos.
¿Y todo para qué?
Para que las personas detrás de él puedan realizar “sigilosamente” un robo tan descarado que hasta parece parte de una broma de pésimo gusto o una venganza para el pueblo que confío, en primera, en un movimiento político que vendría a revolucionar al país y, en segunda, en una familia de una prosapia intachable.
Para que sus trabajadores se pavoneen en las calles, ahora ya con zapatitos nuevos y gel en el pelo, o presuman de sus viajes en redes sociales.
Para que amigos cobren más de una nómina, salgan beneficiados con apoyos federales o puedan comer sushi a diario.
Para que sus flamantes funcionarios se escuden echándole la culpa de todo con frases como “es que nunca lo veo”, “es que no me puede dar una respuesta”, “es que está en muchas vueltas y se le olvidan los temas”, “es que se la vive en Tuxtla”. Mientras ellos quedan como mártires y él como el más ‘totosón’ de todos.
Gana lo que se merece
No cabe duda que Emmanuel Cordero tiene un hígado de acero, es capaz de aguantar las tropelías más absurdas con tal de que sus compas y aquellos que dizque lo aconsejan y lo regulan puedan pasársela bien, bien chingón, allí en lo oscurito. De incógnito, que le dicen.
Pensándolo bien, Emmanuel gana lo que se merece, y se lo gana a pulso. No es para menos. Convertirse en el blanco de las pifias y burlas de toda una ciudad y de algunas esferas estatales, debe tener un muy buen costo, una cantidad de ceros bastante protuberante. Ni hablar, así la vida.

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