martes, 30 de enero de 2018

Huir o morir

*Desplazados de Apaxtla, piden recoger sus cosechas y pertenecías, e irse para siempre
*Llevaban años, en medio de la confrontación GU-FM
Por Bernardo Torres y Lenin Ocampo
Apaxtla de Castrejón, Gro.- Huir o morir, fueron las dos opciones que miembros del grupo criminal “La Familia Michoacana” puso en la mesa a pobladores de San Felipe del Ocote, municipio de Apaxtla de Castrejón, en el Norte del Estado de Guerrero, pero decidieron hacerle frente y salvar a sus familias.
Desde hace poco más de 10 años, esta comunidad, ubicada en la sierra el municipio, en los límites con el municipio de Arcelia y bastión de la FM, se habían mantenido de manera neutral, y eran obligados a proveerles de alimento, agua y hospedaje a los dos grupos que se disputaban la zona.
Esta era su única manera de protegerse, en un sitio lejos de la mirada de los tres niveles de gobierno, sometidos por la delincuencia organizada, y donde las opciones no eran muchas, sólo sobrevivir.
La bomba de tiempo estalló. La más ligera rebelión de ciudadanos de San Felipe, detonó en una fuerte irrupción armada, donde cuatro personas, entre ellas una mujer resultaron gravemente heridos.
El conflicto
Hasta hace unas semanas la carretera de terracería estaba destrozada, lo que implicaba hacer por lo menos tres horas de camino hasta la cabecera municipal, Apaxtla, para abastecerse de víveres o acudir al médico.
Después de varias solicitudes al gobierno municipal, finalmente les fue enviada una motoconformadora para rastrear la terracería, lo que incomodó a la célula criminal que mantenía a raya a las poblaciones de la zona. En respuesta, secuestraron al operador de la máquina, de nombre Moisés.
La población lo había protegido durante los trabajos, pero poco pudieron hacer contra las armas de grueso calibre y, con todo y maquinaria, la tarde el pasado jueves se lo llevaron con rumbo a Arcelia; ahora los criminales regresarían para matar a todo el pueblo, advirtieron.
Incomunicados, desarmados y sin vehículos para huir, el mismo jueves por la noche decidieron tomar las armas y proteger incluso con sus vidas a sus hijos, mujeres y ancianos.
Se desplegaron en puntos estratégicos alrededor del pueblo con armas austeras, en espera de alguna señal de ataque; a las 06:00 de la mañana llegaron, disparando desde los cerros y sembrando el terror en la comunidad. Fueron cinco horas de enfrentamiento.
La huída
Con la capacidad de respuesta mermada, con un saldo de cuatro personas heridas, contuvieron al grupo criminal, mientras se organizaba la huida.
Los pobladores relatan que en una camioneta tipo pick-up, la única que había en el pueblo, subieron a unos 30 niños, desde recién nacidos hasta de 10 años y los enviaron a Liberaltepec, la localidad más cercana. De esta forma también pudieron solicitar ayuda.
Un segundo grupo conformado por aproximadamente 40 mujeres, fue el siguiente en emprender la huida, pero esta vez caminando.
A mitad de su trayecto, fueron halladas por miembros de la policía comunitaria del Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón (MAAC), que iban en su auxilio ya cerca del mediodía. Relata un testigo: “cuando las encontramos, se amontonaron como borreguitos, pensando que podríamos ser de los malos y que las íbamos a matar”.
Con intervención del MAAC, los criminales se replegaron y la totalidad de la población se pudo trasladar a la cabecera municipal, donde permanecen en espera de determinar su futuro.
Futuro incierto
A cuatro días de su desplazamiento forzado, y ya con la presencia del Ejército Mexicano, Policía Estatal y el resguardo de la Policía Comunitaria, sólo han acudido en grupos a su comunidad para sacar sus cosechas y algunas pertenencias… esta vez, para nunca regresar.
“Sólo le echamos la bendición a nuestro pueblo”, dice una mujer durante una reunión con el presidente municipal, Salvador Martínez Villalobos.
“Ya nos salvamos esta vez, ya mejor nos quedaremos por acá”, señala otra de las asistentes, quien incluso propone que el gobierno municipal destine un predio cercano a Apaxtla, donde puedan ser reubicados.
Otros, que conocen la situación en la que vive la zona, se irán a los estados vecinos de Morelos, Estado de México, a otras ciudades y hasta quienes se irán a seguir s sus hijos a los Estados Unidos, pero regresar a San Felipe del Ocote ya no es una opción.
Avanza la desolación
San Felipe del Ocote, se suma a una decena de pueblos fantasma de esa zona, entre los que destacan, Tlanipatlán de las Limas, Laguna Seca y Rincón del Vigilante, en la frontera de la Zona Norte y la Tierra Caliente de Guerrero.
Años de ausencia gubernamental, abandono institucional, marginación y pobreza, han dejado una zona desolada, tan sólo en el municipio de Apaxtla de Castrejón, 25 comunidades aproximadamente están al borde de su extinción, sólo quedan algunas parejas de ancianos, quienes se aferran a morir en sus tierras.
San Felipe se encuentra a unos 50 kilómetros de distancia de Apaxtla, la mayor parte es terracería, el primer pueblo en la Ruta, es Tlanipatlán de las Limas, donde sus habitantes corrieron con la misma suerte, y hace seis meses que las últimas familias que vivían ahí, abandonaron sus hogares.
A 40 minutos, está Liberaltepec, donde al paso del convoy de tres camionetas con policías comunitarios y una patrulla de la Policía Estatal, cierran puertas y ventanas. Nadie se asoma, ni siquiera para saber de quién se trata; en unos días esta será la última frontera entre las bandas rivales.
Al llegar a la comunidad, sobre la calle principal sólo hay costales y cajas de cartón, donde han empacado sus pocas pertenencias, recuerdos, y con toda su vida acomodada en camionetas tipo Nissan de estaquitas, se van para siempre.
Otra vez se repite la historia, como ha ocurrido en los municipios de Teloloapan, San Miguel Totolapan, Zitlala y Chilapa, el crimen organizado sigue ganando esta guerra.
Ahí se quedan sus casas, las pertenencias que nos los pueden acompañar en este viaje; los animales que fueron compañía y fuente de trabajo también se quedan a su suerte. Los perros les miran irse, tal vez sepan la razón, tal vez no, pero los despiden con ladridos.
Ahí se quedan las casas, con sus azoteas llenas de maíz, con la mazorca a medio desgranar, como si se hubiese tratado de una desaparición espontánea; queda el tecorral a medio construir, una siembra a medio cosechar.
En cuanto se retire el Ejército, la Policía Estatal y la comunitaria, la tierra ya es de la Familia Michoacana, sembrando el terror ganaron esta batalla, y ponen sus ojos en la siguiente comunidad, “y no dudo que pronto los tengamos en la cabecera municipal”, dice un policía comunitario con una voz entre cortada, oculta detrás de una máscara.
Con miles de carencias, contiene MAAC el avance de la FM
El Movimiento Apaxtlense “Adrián Castrejón”, conformado en el año 2013 como una policía comunitaria, contiene con sus múltiples carencias el avance del grupo delictivo “La Familia Michoacana.
Desafortunadamente, coinciden dos comunitarios que acompañaron a un grupo de reporteros a San Felipe del Ocote, “no podemos brindar seguridad a todas las comunidades como quisiéramos”.
Para proteger a las comunidades, como hubiese sido en este caso, enumeran; se requiere de por lo menos 600 pesos de gasolina diaria por cada vehículo, alimentación, el agua escasea, refacciones para las unidades, atención médica por cualquier lesión que les pueda ocurrir, armamento y municiones.
“No lo tenemos y nadie no los da”, señalan, por lo que esta vez sólo pudieron frenar el ataque por algunos días y una vez que ya no haya nadie a quien proteger en este pueblo, regresan a sus bases en Apaxtla.
Esta policía comunitaria, como el resto en el estado, surgió por la incapacidad gubernamental para garantizar la seguridad, cuando una ola de secuestros y asesinatos se desató en la región.
Los miembros de la comunitaria, comentan que no quisieron meterse a “la maña”, lo que también les ha costado ser víctimas.
Uno relata que en tres ocasiones ha sido “levantado”, en una de estas, tuvieron que pagar una fuerte suma de dinero para lograr su libertad, fue golpeado y torturado.
Aun así, sin el apoyo, ni el reconocimiento como policía comunitaria por parte de ninguna instancia de gobierno, han sobrevivido y esperan proteger al menos la cabecera municipal, donde también viven sus familias.
También en el reportaje del periodista y fotógrafo del periódico EL SUR, revelo que en San Felipe del Ocote, municipio de Apaxtla de Castrejón, los pobladores se levantaron en armas y defendieron su territorio contra la incursión de una célula de la Familia Michoacana que los atacó la mañana del viernes y ahora por temor tuvieron que dejar su comunidad.
Un día antes, la misma célula llegó a la comisaría para exigir que le entregaran “al operador de una máquina que estaba rastrillando su carretera”, informa uno de los desplazados en el albergue que instaló el Ayuntamiento en el DIF municipal de Apaxtla.
“Nosotros les decíamos que lo dejaran, que el muchacho andaba ayudando a la comunidad y que nos estaba haciendo un favor. Ellos (La Familia Michoacana) no quisieron dejarlo, ahora se vinieron contra nosotros porque nosotros lo defendimos a él”, comenta el hombre de unos 60 años.
El jueves al medio día el grupo de sicarios llegó a la comisaría a preguntar por el chofer de la máquina, la intención era secuestrarlo y pedir dinero para liberarlo. Las personas que se encontraban en la comisaría informaron a los armados que el trabajador tenía tres horas de que se había retirado de la localidad.
“El encargado del grupo (de sicarios) se molestó y obligó al comisario a tomar su carro y llevarlos para alcanzarlo, lo alcanzaron debajo de Liberaltepec –comunidad a 40 minutos de distancia–, ahí lo bajaron y lo golpearon, se lo llevaron para San Pedro y se fue con todo y máquina”, revela un anciano que también tuvo que salir huyendo de San Felipe.
Después de secuestrar al maquinista (se desconoce su nombre), los sicarios amenazaron a los pobladores y les advirtieron que iban a regresar por ellos.
La tarde del 4 de enero, los pobladores de San Felipe del Ocote se reunieron en la comunidad y acordaron armarse para hacer frente al grupo de la Familia Michoacana, “pues nosotros sabíamos que iban a regresar” señala otro de los pobladores que se encuentra en el albergue.
“El pueblo se levantó en armas para recuperar al trabajador, nunca se habían metido con nosotros, siempre andan por ahí; bajan, compran y se van, son cientos, uno conoce que no es gobierno porque usan huaraches”, platica una mujer mientras escoge algo de ropa que pobladores de Apaxtla donaron a los desplazados.
La mañana del viernes el grupo de sicarios cumplió su amenaza, en represalia atacó uno de los filtros que colocaron los pobladores en una de las entradas al pueblo. En el lugar quedaron cuatro heridos, dos de ellos de gravedad.
“Los agarraron desprevenidos, estaban empezando a desayunar, dicen que fue como a las 8 de la mañana y después al escuchar los disparos la gente reaccionó y comenzó a defenderse, el tiroteo duró al menos 4 horas hasta que llegó el gobierno”, explica Jorge, un elemento del Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón (MAAC), mientras acompañaba a pobladores a la comunidad de San Felipe a recoger sus pertenencias.
Este domingo un grupo de reporteros acompañó a integrantes del MAAC a la comunidad donde los desplazados sacaron lo que pudieron, pues ante las amenazas no piensan regresar.
San Felipe del Ocotote se encuentra en la parte alta de la sierra de Apaxtla, para llegar ahí se tiene que hacer un recorrido de al menos 2 horas por terracería. Se entra por la comunidad de Oxtotitlán, municipio de Teloloapan y se toma una brecha que cruza las poblaciones fantasmas de Tlanipatlán y Liberaltepec.
La mayoría de las casas son de adobe y pocas están construidas con material de cemento, los techos están adornados con las mazorcas que dejó la cosecha del año pasado y que estaban a punto de ser desgranadas, los animales se quedaron solos, el pueblo se quedó sin nadie.
En la explanada de la Iglesia está un grupo de militares que llegó el sábado para tomar la vigilancia del pueblo, aún con ella la gente no quiere regresar.
“El gobierno viene y se va, no tenemos garantía de nada, esos amigos (los sicarios) van a regresar, sabemos que van a regresar y nos va ir mal, llevamos años conviviendo con ellos, sólo la autoridad no los ve”, denuncia uno de los pocos jóvenes que se quedaron en San Felipe para defenderlo.
Por la mañana, el alcalde Salvador Martínez Villalobos se reunió con los desplazados y se comprometió a pedir al gobierno federal, la presencia permanente del Ejército mexicano.
Durante la reunión que se llevó a cabo en el albergue, los pobladores expresaron que no regresarán a San Felipe y pidieron un terreno para formar una colonia.
Los hombres de mayor edad se mostraron preocupados por “sus animalitos y la cosecha que se quedó”, y pidieron ayuda al alcalde para sacar sus pertenencias.
En el albergue había unas 300 personas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños. Muchos llegaron la tarde del viernes, un poblador mencionó que al menos 700 pobladores dejaron la comunidad.
Hay tristeza en su rostro y la mayoría de las mamás están preocupadas por el inicio del ciclo escolar, no saben qué va pasar con el estudio de sus hijos.

En diciembre de 2016 en El Sur se denunció el desplazamiento de las comunidades Tlanipatlán y Liberaltepec, ambas quedaron desoladas por la violencia del crimen organizado. Los pobladores hasta esta fecha no han regresado a sus casas. Después de un año, San Felipe del Ocote, pueblo vecino de esas comunidades repite la historia. (Agencia Periodística de Investigación) y el SUR.
En la imagen, habitantes de San Felipe del Ocote sacan sus pertenencias de esa comunidad para escapar de la violencia. Al menos 700 personas abandonaron el pueblo luego de un enfrentamiento con La Familia Michoacana. (Foto: Lenin Ocampo).

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