*Desplazados
de Apaxtla, piden recoger sus cosechas y pertenecías, e irse para siempre
*Llevaban
años, en medio de la confrontación GU-FM
Por
Bernardo Torres y Lenin Ocampo
Apaxtla
de Castrejón, Gro.- Huir o morir, fueron las dos opciones que miembros del
grupo criminal “La Familia Michoacana” puso en la mesa a pobladores de San
Felipe del Ocote, municipio de Apaxtla de Castrejón, en el Norte del Estado de
Guerrero, pero decidieron hacerle frente y salvar a sus familias.
Desde
hace poco más de 10 años, esta comunidad, ubicada en la sierra el municipio, en
los límites con el municipio de Arcelia y bastión de la FM, se habían mantenido
de manera neutral, y eran obligados a proveerles de alimento, agua y hospedaje
a los dos grupos que se disputaban la zona.
Esta
era su única manera de protegerse, en un sitio lejos de la mirada de los tres
niveles de gobierno, sometidos por la delincuencia organizada, y donde las
opciones no eran muchas, sólo sobrevivir.
La
bomba de tiempo estalló. La más ligera rebelión de ciudadanos de San Felipe,
detonó en una fuerte irrupción armada, donde cuatro personas, entre ellas una
mujer resultaron gravemente heridos.
El
conflicto
Hasta
hace unas semanas la carretera de terracería estaba destrozada, lo que
implicaba hacer por lo menos tres horas de camino hasta la cabecera municipal,
Apaxtla, para abastecerse de víveres o acudir al médico.
Después
de varias solicitudes al gobierno municipal, finalmente les fue enviada una
motoconformadora para rastrear la terracería, lo que incomodó a la célula
criminal que mantenía a raya a las poblaciones de la zona. En respuesta,
secuestraron al operador de la máquina, de nombre Moisés.
La
población lo había protegido durante los trabajos, pero poco pudieron hacer
contra las armas de grueso calibre y, con todo y maquinaria, la tarde el pasado
jueves se lo llevaron con rumbo a Arcelia; ahora los criminales regresarían
para matar a todo el pueblo, advirtieron.
Incomunicados,
desarmados y sin vehículos para huir, el mismo jueves por la noche decidieron
tomar las armas y proteger incluso con sus vidas a sus hijos, mujeres y
ancianos.
Se
desplegaron en puntos estratégicos alrededor del pueblo con armas austeras, en
espera de alguna señal de ataque; a las 06:00 de la mañana llegaron, disparando
desde los cerros y sembrando el terror en la comunidad. Fueron cinco horas de
enfrentamiento.
La
huída
Con
la capacidad de respuesta mermada, con un saldo de cuatro personas heridas,
contuvieron al grupo criminal, mientras se organizaba la huida.
Los
pobladores relatan que en una camioneta tipo pick-up, la única que había en el
pueblo, subieron a unos 30 niños, desde recién nacidos hasta de 10 años y los
enviaron a Liberaltepec, la localidad más cercana. De esta forma también
pudieron solicitar ayuda.
Un
segundo grupo conformado por aproximadamente 40 mujeres, fue el siguiente en
emprender la huida, pero esta vez caminando.
A
mitad de su trayecto, fueron halladas por miembros de la policía comunitaria
del Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón (MAAC), que iban en su auxilio ya
cerca del mediodía. Relata un testigo: “cuando las encontramos, se amontonaron
como borreguitos, pensando que podríamos ser de los malos y que las íbamos a
matar”.
Con
intervención del MAAC, los criminales se replegaron y la totalidad de la
población se pudo trasladar a la cabecera municipal, donde permanecen en espera
de determinar su futuro.
Futuro
incierto
A
cuatro días de su desplazamiento forzado, y ya con la presencia del Ejército
Mexicano, Policía Estatal y el resguardo de la Policía Comunitaria, sólo han
acudido en grupos a su comunidad para sacar sus cosechas y algunas
pertenencias… esta vez, para nunca regresar.
“Sólo
le echamos la bendición a nuestro pueblo”, dice una mujer durante una reunión
con el presidente municipal, Salvador Martínez Villalobos.
“Ya
nos salvamos esta vez, ya mejor nos quedaremos por acá”, señala otra de las
asistentes, quien incluso propone que el gobierno municipal destine un predio
cercano a Apaxtla, donde puedan ser reubicados.
Otros,
que conocen la situación en la que vive la zona, se irán a los estados vecinos
de Morelos, Estado de México, a otras ciudades y hasta quienes se irán a seguir
s sus hijos a los Estados Unidos, pero regresar a San Felipe del Ocote ya no es
una opción.
Avanza
la desolación
San
Felipe del Ocote, se suma a una decena de pueblos fantasma de esa zona, entre
los que destacan, Tlanipatlán de las Limas, Laguna Seca y Rincón del Vigilante,
en la frontera de la Zona Norte y la Tierra Caliente de Guerrero.
Años
de ausencia gubernamental, abandono institucional, marginación y pobreza, han
dejado una zona desolada, tan sólo en el municipio de Apaxtla de Castrejón, 25
comunidades aproximadamente están al borde de su extinción, sólo quedan algunas
parejas de ancianos, quienes se aferran a morir en sus tierras.
San
Felipe se encuentra a unos 50 kilómetros de distancia de Apaxtla, la mayor
parte es terracería, el primer pueblo en la Ruta, es Tlanipatlán de las Limas,
donde sus habitantes corrieron con la misma suerte, y hace seis meses que las
últimas familias que vivían ahí, abandonaron sus hogares.
A
40 minutos, está Liberaltepec, donde al paso del convoy de tres camionetas con
policías comunitarios y una patrulla de la Policía Estatal, cierran puertas y
ventanas. Nadie se asoma, ni siquiera para saber de quién se trata; en unos
días esta será la última frontera entre las bandas rivales.
Al
llegar a la comunidad, sobre la calle principal sólo hay costales y cajas de
cartón, donde han empacado sus pocas pertenencias, recuerdos, y con toda su
vida acomodada en camionetas tipo Nissan de estaquitas, se van para siempre.
Otra
vez se repite la historia, como ha ocurrido en los municipios de Teloloapan,
San Miguel Totolapan, Zitlala y Chilapa, el crimen organizado sigue ganando
esta guerra.
Ahí
se quedan sus casas, las pertenencias que nos los pueden acompañar en este
viaje; los animales que fueron compañía y fuente de trabajo también se quedan a
su suerte. Los perros les miran irse, tal vez sepan la razón, tal vez no, pero
los despiden con ladridos.
Ahí
se quedan las casas, con sus azoteas llenas de maíz, con la mazorca a medio
desgranar, como si se hubiese tratado de una desaparición espontánea; queda el
tecorral a medio construir, una siembra a medio cosechar.
En
cuanto se retire el Ejército, la Policía Estatal y la comunitaria, la tierra ya
es de la Familia Michoacana, sembrando el terror ganaron esta batalla, y ponen
sus ojos en la siguiente comunidad, “y no dudo que pronto los tengamos en la
cabecera municipal”, dice un policía comunitario con una voz entre cortada,
oculta detrás de una máscara.
Con
miles de carencias, contiene MAAC el avance de la FM
El
Movimiento Apaxtlense “Adrián Castrejón”, conformado en el año 2013 como una
policía comunitaria, contiene con sus múltiples carencias el avance del grupo
delictivo “La Familia Michoacana.
Desafortunadamente,
coinciden dos comunitarios que acompañaron a un grupo de reporteros a San
Felipe del Ocote, “no podemos brindar seguridad a todas las comunidades como
quisiéramos”.
Para
proteger a las comunidades, como hubiese sido en este caso, enumeran; se
requiere de por lo menos 600 pesos de gasolina diaria por cada vehículo,
alimentación, el agua escasea, refacciones para las unidades, atención médica
por cualquier lesión que les pueda ocurrir, armamento y municiones.
“No
lo tenemos y nadie no los da”, señalan, por lo que esta vez sólo pudieron
frenar el ataque por algunos días y una vez que ya no haya nadie a quien
proteger en este pueblo, regresan a sus bases en Apaxtla.
Esta
policía comunitaria, como el resto en el estado, surgió por la incapacidad
gubernamental para garantizar la seguridad, cuando una ola de secuestros y
asesinatos se desató en la región.
Los
miembros de la comunitaria, comentan que no quisieron meterse a “la maña”, lo
que también les ha costado ser víctimas.
Uno
relata que en tres ocasiones ha sido “levantado”, en una de estas, tuvieron que
pagar una fuerte suma de dinero para lograr su libertad, fue golpeado y
torturado.
Aun
así, sin el apoyo, ni el reconocimiento como policía comunitaria por parte de
ninguna instancia de gobierno, han sobrevivido y esperan proteger al menos la
cabecera municipal, donde también viven sus familias.
También
en el reportaje del periodista y fotógrafo del periódico EL SUR, revelo que en
San Felipe del Ocote, municipio de Apaxtla de Castrejón, los pobladores se
levantaron en armas y defendieron su territorio contra la incursión de una
célula de la Familia Michoacana que los atacó la mañana del viernes y ahora por
temor tuvieron que dejar su comunidad.
Un
día antes, la misma célula llegó a la comisaría para exigir que le entregaran
“al operador de una máquina que estaba rastrillando su carretera”, informa uno
de los desplazados en el albergue que instaló el Ayuntamiento en el DIF
municipal de Apaxtla.
“Nosotros
les decíamos que lo dejaran, que el muchacho andaba ayudando a la comunidad y
que nos estaba haciendo un favor. Ellos (La Familia Michoacana) no quisieron
dejarlo, ahora se vinieron contra nosotros porque nosotros lo defendimos a él”,
comenta el hombre de unos 60 años.
El
jueves al medio día el grupo de sicarios llegó a la comisaría a preguntar por
el chofer de la máquina, la intención era secuestrarlo y pedir dinero para
liberarlo. Las personas que se encontraban en la comisaría informaron a los
armados que el trabajador tenía tres horas de que se había retirado de la
localidad.
“El
encargado del grupo (de sicarios) se molestó y obligó al comisario a tomar su
carro y llevarlos para alcanzarlo, lo alcanzaron debajo de Liberaltepec –comunidad
a 40 minutos de distancia–, ahí lo bajaron y lo golpearon, se lo llevaron para
San Pedro y se fue con todo y máquina”, revela un anciano que también tuvo que
salir huyendo de San Felipe.
Después
de secuestrar al maquinista (se desconoce su nombre), los sicarios amenazaron a
los pobladores y les advirtieron que iban a regresar por ellos.
La
tarde del 4 de enero, los pobladores de San Felipe del Ocote se reunieron en la
comunidad y acordaron armarse para hacer frente al grupo de la Familia
Michoacana, “pues nosotros sabíamos que iban a regresar” señala otro de los
pobladores que se encuentra en el albergue.
“El
pueblo se levantó en armas para recuperar al trabajador, nunca se habían metido
con nosotros, siempre andan por ahí; bajan, compran y se van, son cientos, uno
conoce que no es gobierno porque usan huaraches”, platica una mujer mientras
escoge algo de ropa que pobladores de Apaxtla donaron a los desplazados.
La
mañana del viernes el grupo de sicarios cumplió su amenaza, en represalia atacó
uno de los filtros que colocaron los pobladores en una de las entradas al
pueblo. En el lugar quedaron cuatro heridos, dos de ellos de gravedad.
“Los
agarraron desprevenidos, estaban empezando a desayunar, dicen que fue como a
las 8 de la mañana y después al escuchar los disparos la gente reaccionó y
comenzó a defenderse, el tiroteo duró al menos 4 horas hasta que llegó el
gobierno”, explica Jorge, un elemento del Movimiento Apaxtlense Adrián
Castrejón (MAAC), mientras acompañaba a pobladores a la comunidad de San Felipe
a recoger sus pertenencias.
Este
domingo un grupo de reporteros acompañó a integrantes del MAAC a la comunidad
donde los desplazados sacaron lo que pudieron, pues ante las amenazas no
piensan regresar.
San
Felipe del Ocotote se encuentra en la parte alta de la sierra de Apaxtla, para
llegar ahí se tiene que hacer un recorrido de al menos 2 horas por terracería.
Se entra por la comunidad de Oxtotitlán, municipio de Teloloapan y se toma una
brecha que cruza las poblaciones fantasmas de Tlanipatlán y Liberaltepec.
La
mayoría de las casas son de adobe y pocas están construidas con material de
cemento, los techos están adornados con las mazorcas que dejó la cosecha del
año pasado y que estaban a punto de ser desgranadas, los animales se quedaron
solos, el pueblo se quedó sin nadie.
En
la explanada de la Iglesia está un grupo de militares que llegó el sábado para
tomar la vigilancia del pueblo, aún con ella la gente no quiere regresar.
“El
gobierno viene y se va, no tenemos garantía de nada, esos amigos (los sicarios)
van a regresar, sabemos que van a regresar y nos va ir mal, llevamos años
conviviendo con ellos, sólo la autoridad no los ve”, denuncia uno de los pocos
jóvenes que se quedaron en San Felipe para defenderlo.
Por
la mañana, el alcalde Salvador Martínez Villalobos se reunió con los
desplazados y se comprometió a pedir al gobierno federal, la presencia
permanente del Ejército mexicano.
Durante
la reunión que se llevó a cabo en el albergue, los pobladores expresaron que no
regresarán a San Felipe y pidieron un terreno para formar una colonia.
Los
hombres de mayor edad se mostraron preocupados por “sus animalitos y la cosecha
que se quedó”, y pidieron ayuda al alcalde para sacar sus pertenencias.
En
el albergue había unas 300 personas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños.
Muchos llegaron la tarde del viernes, un poblador mencionó que al menos 700
pobladores dejaron la comunidad.
Hay
tristeza en su rostro y la mayoría de las mamás están preocupadas por el inicio
del ciclo escolar, no saben qué va pasar con el estudio de sus hijos.
En
diciembre de 2016 en El Sur se denunció el desplazamiento de las comunidades
Tlanipatlán y Liberaltepec, ambas quedaron desoladas por la violencia del
crimen organizado. Los pobladores hasta esta fecha no han regresado a sus
casas. Después de un año, San Felipe del Ocote, pueblo vecino de esas
comunidades repite la historia. (Agencia Periodística de Investigación) y el
SUR.
En
la imagen, habitantes de San Felipe del Ocote sacan sus pertenencias de esa
comunidad para escapar de la violencia. Al menos 700 personas abandonaron el
pueblo luego de un enfrentamiento con La Familia Michoacana. (Foto: Lenin
Ocampo).
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