jueves, 16 de abril de 2015

Violencia: cuna y destinos de niños y adolescentes de Acapulco

*Juegan a ser secuestradores, asesinos, halcones o traficantes de órganos
*No existe una estrategia institucional para prevenir el problema
Por Verónica Castrejón Román
Acapulco, Gro.- Los juegos en el patio de recreo de las escuelas de la zona suburbana de Acapulco se llenan con las voces de los niños que ahora juegan a ser sicarios, halcones, secuestradores y hasta traficantes de órganos, sin percatarse que sobre ellos se cierne un futuro oscuro, desalentador y cada vez más violento.
Así lo hizo ver el psiquiatra José Ramón Comas Viñas, integrante de la Asociación Mexicana de Psiquiatría, quien explicó que la cotidianidad en que ha crecido la espiral de la violencia en el puerto, afecta la salud mental de la población que vive con miedo y preocupación, y propicia depresión, ira y más violencia social.
En entrevista, el especialista dijo que el panorama es terrible, ya que no existe en la entidad un sistema de educación para la salud que apoye a los padres de familia, pese a que la violencia intrafamiliar se ha disparado, y muchos de los niños acapulqueños la sufren todos los días, “sobre todo los que viven en condiciones precarias, en las colonias populares del puerto, en las que la violencia de las calles se suma a la que viven en sus hogares”.
En ese sentido, maestros y maestras que permanecen en paro laboral desde hace tres meses, en demanda de seguridad para sus vidas y para sus escuelas, externaron su preocupación porque los niños y adolescentes que cursan el jardín de niños, la primaria y la secundaria en las colonias suburbanas de Acapulco y en la zona rural de este municipio, están expuestos a factores de riesgo, “no sólo viven la agresión física directa, sino que son testigos de actos criminales o de mucha violencia, en sus casas y en las calles”.
La exposición a la violencia ya es tema de salud pública en el ámbito nacional; el año pasado, en rueda de prensa concedida a diferentes medios de comunicación, La directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, María Elena Medina Mora, informó que en todo el país, han aumentado de forma considerable, las enfermedades mentales y emocionales en niños y adolescentes, debido a la violencia social, la violencia escolar (bullying) y el miedo.
Acompañada en el acto por el investigador de ese instituto, Francisco de la Peña Olvera, Medina Mora recalcó que de acuerdo con estudios de seguimiento que llevan a cabo, la ansiedad y la depresión se han disparado en México, en más de 50 por ciento, lo que sumado a factores genéticos podría conducir a un incremento en los casos de tendencias suicidas, en los que la exposición a la violencia será un elemento determinante.
¿A qué juegan los niños en la escuela?
Los niños que hoy en día cursan la educación básica en Acapulco, sólo conocen un mundo de crueldad y de violencia, pues justo el año en que nacieron, se desató en este puerto la ola negra de inseguridad que mantiene en vilo a la sociedad porteña y que amenaza la salud mental y el futuro de toda esta generación de niños y adolescentes.
“Son niños que no han aprendido otra forma de relacionarse, más que la violencia”, comentó una psicóloga escolar que pidió no se revelara su nombre, como estrategia de seguridad, pues participa en el plantón ante las oficinas de la Delegación de Servicios Educativos de Acapulco, a sólo una cuadra de la Costera.
“Por eso, no nos extrañamos de la forma en cómo han cambiado sus juegos –contó otra de las maestras paristas-: Llegué temprano a la escuela el otro día, y me encontré con que, a la fuerza, tres niños tenían acostado y sin camisa a otro de sus compañeritos. Uno de ellos, con un pedazo de lata oxidada le estaba haciendo unas cortadas en el pecho, y no le importaba que el chamaco gritara de dolor…”
Estaban jugando al tráfico de órganos, dijo, y le estaban sacando el corazón.
Una educadora que estaba a su lado, agregó: “En la escuela le juegan al secuestro, y una vez, nos topamos con el caso de un niño que no permitía salir a recreo a varios de sus compañeros, si no le pagaban una cuota”.
Sudoroso, bajo el sol del mediodía, otro de los maestros en paro, comentó que los niños de colonias como la Zapata y Renacimiento, son testigos frecuentes de balaceras o de cuerpos tirados en la calle, después de una ejecución.
“Desde luego que eso ha transformado sus juegos; juegan a las balaceras, a la halconeada, a los narcos”, dijo.
Añadió que el ambiente de terror que se vive en las escuelas de las colonias populares de la periferia de Acapulco “se verá reflejado en su aprendizaje, por eso tratamos de hacer lo que nos corresponde, pero nos falta capacitación. Esta violencia repercute al 100 por ciento no sólo en los maestros que tenemos miedo -¡claro que lo tenemos!- sino también en los niños, en su rendimiento escolar, porque escuchan detonaciones en área donde laboramos, y ellos se tiran al suelo, y nos dicen: ¡ya viene los malos, van a entrar!”.
Y agregó: “Las balaceras en esos lugares de dan dos o tres veces por semana”.
Preocupado, el docente deja a un lado el micrófono con el que arenga a sus compañeros que marcharon junto con él hasta las puertas del edificio que alberga las oficinas de la Policía Federal, en donde, de nueva cuenta, se discutió, el martes 13 de enero la estrategia a seguir para brindar seguridad a los maestros de más de 100 escuelas que están siendo acosados por el crimen organizado, en demanda de cuotas por “pago de piso” que alcanzan, de manera permanente, la mitad de su salario y la mitad de su aguinaldo.
“Hoy nos toca enfrentar un mundo de otras opciones, dijo, y es lógico que cuando atendemos niños, atendemos de los buenos y de los malos; pero el trabajo es por y para todos; buscamos el bien de todos. Es la labor educativa; es trabajar con todos. Por desgracia su situación es real: Viven en medio de la violencia, y nosotros buscamos muchas formas, estrategias para emplear porque a muchos de ellos les damos atención educativa y psicológica especial, porque la necesitan; nos damos cuenta”.
Por si fuera poco, agregó: “llegan a la escuela con la noticia de número de muertos y balaceras, día con día. Sus comentarios son aterradores y testimonios y situaciones que ellos platican como forma de que sólo se ven en películas; por ejemplo un caso concreto que impactó directamente a uno de nuestros alumnos, es un problema muy fuerte, porque enfrente de él, le quietaron la vida a su padre. Lo mandamos a un programa especial de atención psicológica en Chilpancingo por medio del DIF, y a Escuela Segura. Se le atendió con atención permanente con psicóloga y trabajadora social. Las niñas y los niños viven igual la violencia. Y lo más espeluznante: ellos ya crecieron con estos temas y se están habituando a la violencia”.
“Algunos ya lo ven natural, como cotidiano; es terrible porque van creciendo y no debemos permitir que lo vean como normal. ¿Cómo todo ello no se va a ver reflejado en su lenguaje y en sus juegos?”-se pregunta.
Las estrategias
EL Sistema Nacional de Seguridad Pública reveló que en 2013 y 2014, Guerrero y Acapulco ocuparon los primeros lugares, a nivel nacional, en índices delictivos, en cuanto a homicidio doloso, secuestro, violación, lesión, robo con violencia y extorsión.
Así las cosas, la violencia y la criminalidad son el pan de todos los días.
Las Secretaría de Educación, a través del Programa Escuela Segura (PES) brinda atención psicológica especializada a 500 escuelas ubicadas en los polígonos delincuenciales definidos por la Secretaría de Seguridad Pública: Renacimiento, Zapata, Colonia Progreso y Petaquillas, más otros centros escolares que aun no encontrándose dentro de las áreas señaladas como de mayor criminalidad, soliciten sus servicios.
Sin embargo, de acuerdo con una encuesta realizada entre los docentes afectados por la delincuencia organizada, no es suficiente.
La iglesia católica lleva a cabo también, en la periferia del puerto, concretamente en la colonia Zapata, el proyecto denominado Escuelas de Paz para Niños y Adolescentes, con el cual, a través de una pedagogía participativa, se busca la construcción de la paz desde la familia, “pues es ahí en donde hace falta el fomento de valores en los niños y jovencitos; pero sobre todo, lo que hace falta en esos hogares es el cariño; faltan las muestras de amor y el diálogo entre padres e hijos”, informó el titular de la Parroquia del Perpetuo Socorro, Rafael Barajas Solorio, quien señaló que es muy urgente la atención de los adolescentes, pues es el sector que más sufre los embates de la delincuencia, ya que son atacados o cooptados por ella, ante la falta de oportunidades de estudio o de trabajo.
Los maestros y los psicólogos escolares entrevistados para este trabajo, sostienen que es urgente la participación de los padres de familia para detener y aminorar el problema de criminalidad que se avizora si no se actúa a tiempo.
A esa tarea se ha sumado también, aunque tímidamente, la Secretaría de Salud, en donde se lleva a cabo, apenas en estas fechas, un diagnóstico sobre la salud mental de los guerrerenses; y aunque carece de estadísticas sobre depresión y suicidios, instaló ya la primera Clínica de Salud Emocional en la ciudad de Chilpancingo, ante el alza en la consulta de segundo nivel de niños y adolescentes con depresión y tendencias suicidas, informó la Coordinadora Sectorial e Institucional de la Secretaría de Salud Guerrero, Claudia Ivette López Villanueva.
En Guerrero el problema no es la tasa de suicidios, en la que el estado ocupa el último lugar a nivel nacional, comentó el psiquiatra José Ramón Comas Viñas; pero advirtió que en los lugares en donde se está expuesto a la agresión y a la violencia cotidianamente, lo que se genera es una sociedad más violenta.
Y en Acapulco, todos los niños y adolescentes que cursan hoy la educación básica, desde que nacieron viven inmersos en una espiral de normalización de ese fenómeno.




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