viernes, 7 de marzo de 2014

Bachillerato y deserción escolar

Noé Ibáñez Martínez
hist23@gmail.com
La educación es un proceso de formación del ser humano a lo largo de su vida. Ésta se adquiere bajo tres modalidades: la educación formal, la educación no formaly la educación informal. En este caso nos referiremos solo la educación formal y específicamente en el nivel medio superior, ya que es la etapa de formación de los jóvenes; en donde se busca preparar, capacitar y brindar los conocimientos y herramientas necesarias para que continúen con el nivel universitario y/o en su caso, se integren al mercado laboral.
Sin embargo, grandes son los retos que enfrenta la educación media superior actualmente, y particularmente en Guerrero, donde los índices de deserción escolar son poco más del 45% durante los tres años de bachillerato. Es decir, de cada 100 jóvenes de nuevo ingreso, solo 70 continúa a los tres meses o al siguiente semestre; o que de cada 100 jóvenes que están en edad de estudiar el bachillerato, solo se atiende a 75, incluyendo todas las preparatorias de la UAG y los subsistemas educativos públicos y privados.
Existen diversos factores que influyen al rezago educativo y a la deserción de los jóvenes. En primer lugar, por problemas de orden social, ya que de acuerdo a la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior (ENDEMS) 2011, el 49% de los encuestados señalaron que abandonaron los estudios por la falta de recursos para comprar útiles, cubrir los pasajes de transporte, o bien, por no cubrir la cuota de inscripción que solicitaban los planteles. De los que provenían de una familia de escasos recursos, el 18.3% señaló que consideraban más importante trabajar que estudiar, el 17.8% abandonaron la escuela porque les disgustaba estudiar; el 17.5% que por que se embarazó, embarazó a alguien o tuvo un hijo; y el 17.3% por que le tocó un turno distinto al que quería (SEP, 2012).
En segundo lugar, por una deficiente cobertura escolar; en tercer lugar, por la inequidad en el acceso a la enseñanza; y en cuarto lugar, por la cuestión de la calidad de la enseñanza, la cual es necesaria para que el proceso educativo logre los propósitos que le corresponden. Según los pronósticos de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG), de seguir con esta tendencia, será hasta el año 2020 cuando se alcance una cobertura del 95% en el estado.
Ante ésta situación, es importante emprender una serie de acciones que permitan, abatir el rezago educativo, disminuir los casos de deserción escolar, mejorar la calidad de la educación, fortalecer la profesionalización docente y directiva, y aprovechar las tecnologías de la información y la comunicación. Además, se debe reorientar el sentido de la educación media superior, la cual no debe considerarse solo un eslabón entre la educación básica y la superior, sino debe contar un objetivo y sentido propio; es decir, lograr en los jóvenes una expresión personal y comunicación verbal y gráfica, estimulando hábitos de integración social, de convivencia grupal, de solidaridad y conservación del medio ambiente. Asimismo, debe responder a los retos actuales de la sociedad de la información y el conocimiento y debe dar respuesta a las características de los nuevos “nativos digitales”, brindándoles las herramientas que les permitan analizar y utilizar la abundante información de nuestros tiempos.
Por otro lado, la educación media superior de promover un vínculo efectivo entre la formación de los jóvenes y el mundo empresarial; es decir, implementar estrategias que permitan a los estudiantes generar un espíritu empresarial, desarrollar cualidades como la creatividad y la asunción de riesgos, así como sensibilizarlos para trabajar por cuenta propia como una opción profesional. Por ejemplo, en el Colegio de Bachilleres del estado de Guerrero, que dirige Juan Salgado Tenorio, se está buscando esta vinculación entre la educación y espíritu emprendedor de los estudiantes, como una oportunidad para insertarse al sector laboral. Esto abrirá un nuevo panorama para los más de 33 mil estudiantes de esta institución.

Esta estrategia, a su vez, contribuirá a disminuir la deserción escolar, para lo cual, es necesario el liderazgo del docente para el acompañamiento del alumno, en el que se deben involucrar también los directivos, padres de familia, autoridades comunitarias e instituciones sociales y civiles; es decir, la participación social tiene que jugar un papel importante en el proceso educativo.

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