Noé Ibáñez
Martínez
hist23@gmail.com
La educación es un
proceso de formación del ser humano a lo largo de su vida. Ésta se adquiere
bajo tres modalidades: la educación
formal, la educación no formaly
la educación informal. En este caso
nos referiremos solo la educación formal y específicamente en el nivel medio
superior, ya que es la etapa de formación de los jóvenes; en donde se busca
preparar, capacitar y brindar los conocimientos y herramientas necesarias para
que continúen con el nivel universitario y/o en su caso, se integren al mercado
laboral.
Sin embargo,
grandes son los retos que enfrenta la educación media superior actualmente, y
particularmente en Guerrero, donde los índices de deserción escolar son poco
más del 45% durante los tres años de bachillerato. Es decir, de cada 100
jóvenes de nuevo ingreso, solo 70 continúa a los tres meses o al siguiente
semestre; o que de cada 100 jóvenes que están en edad de estudiar el
bachillerato, solo se atiende a 75, incluyendo todas las preparatorias de la
UAG y los subsistemas educativos públicos y privados.
Existen diversos
factores que influyen al rezago educativo y a la deserción de los jóvenes. En
primer lugar, por problemas de orden social, ya que de acuerdo a la Encuesta
Nacional de Deserción en la Educación Media Superior (ENDEMS) 2011, el 49% de
los encuestados señalaron que abandonaron los estudios por la falta de recursos
para comprar útiles, cubrir los pasajes de transporte, o bien, por no cubrir la
cuota de inscripción que solicitaban los planteles. De los que provenían de una
familia de escasos recursos, el 18.3% señaló que consideraban más importante
trabajar que estudiar, el 17.8% abandonaron la escuela porque les disgustaba
estudiar; el 17.5% que por que se embarazó, embarazó a alguien o tuvo un hijo;
y el 17.3% por que le tocó un turno distinto al que quería (SEP, 2012).
En segundo lugar,
por una deficiente cobertura escolar; en tercer lugar, por la inequidad en el
acceso a la enseñanza; y en cuarto lugar, por la cuestión de la calidad de la
enseñanza, la cual es necesaria para que el proceso educativo logre los
propósitos que le corresponden. Según los pronósticos de la Secretaría de
Educación Guerrero (SEG), de seguir con esta tendencia, será hasta el año 2020
cuando se alcance una cobertura del 95% en el estado.
Ante ésta
situación, es importante emprender una serie de acciones que permitan, abatir
el rezago educativo, disminuir los casos de deserción escolar, mejorar la
calidad de la educación, fortalecer la profesionalización docente y directiva,
y aprovechar las tecnologías de la información y la comunicación. Además, se
debe reorientar el sentido de la educación media superior, la cual no debe
considerarse solo un eslabón entre la educación básica y la superior, sino debe
contar un objetivo y sentido propio; es decir, lograr en los jóvenes una
expresión personal y comunicación verbal y gráfica, estimulando hábitos de
integración social, de convivencia grupal, de solidaridad y conservación del
medio ambiente. Asimismo, debe responder a los retos actuales de la sociedad de
la información y el conocimiento y debe dar respuesta a las características de
los nuevos “nativos digitales”, brindándoles las herramientas que les permitan
analizar y utilizar la abundante información de nuestros tiempos.
Por otro lado, la
educación media superior de promover un vínculo efectivo entre la formación de
los jóvenes y el mundo empresarial; es decir, implementar estrategias que
permitan a los estudiantes generar un espíritu empresarial, desarrollar
cualidades como la creatividad y la asunción de riesgos, así como
sensibilizarlos para trabajar por cuenta propia como una opción profesional.
Por ejemplo, en el Colegio de Bachilleres del estado de Guerrero, que dirige
Juan Salgado Tenorio, se está buscando esta vinculación entre la educación y
espíritu emprendedor de los estudiantes, como una oportunidad para insertarse
al sector laboral. Esto abrirá un nuevo panorama para los más de 33 mil
estudiantes de esta institución.
Esta estrategia, a
su vez, contribuirá a disminuir la deserción escolar, para lo cual, es
necesario el liderazgo del docente para el acompañamiento del alumno, en el que
se deben involucrar también los directivos, padres de familia, autoridades
comunitarias e instituciones sociales y civiles; es decir, la participación
social tiene que jugar un papel importante en el proceso educativo.
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