Reportaje/II-ultima-Parte
De todo esto se nutre y se lleva en el ADN en el
periodismo de investigación. Todos los días hay que aprender de estas
lecciones.
Para los de mi generación y otras más influyó en
buena medida el llamado nuevo
periodismo, la novel no fiction. La difuminada frontera
entre periodismo y literatura. Tom Wolfe, considerado el padre del nuevo
periodismo que surgió hacia la mitad de la década de los sesenta, y que
convulsionó el panorama literario norteamericano.
Para los Nuevos Periodistas de mi
generación había que estar donde pasaban las cosas, así nos formamos los
reporteros del desaparecido unomásuno, había que tomar contacto con la realidad,
dejar atrás el escritorio, los boletines y la declaracionitis. Dar paso a la
investigación. Cambiar el periodismo, como lo demostró ejemplarmente Truman
Capote con su reportaje-novela A sangre
Fría.
A pesar de estas aportaciones, el
periodismo de investigación tiene raíces más profundas. Surgió en Estados
Unidos a principios del siglo XX. El periodismo de investigación muy pronto
encontró a un público lector cada vez más ávido y numeroso, fue bautizado en
1906 por el presidente T. Roosevelt, como “Mukrakers” (removedores de
estiércol). No hubo rincón de la vida política y económica de las grandes
ciudades de Estados Unidos que no quedara cubierta por los periodistas de
investigación. Reportajes y artículos sobre desfalcos en la bolsa de valores,
de falsificación de patentes médicas o ilegalidades y atentados contra la salud
pública de las empacadoras de carne, tenas en esos años, que presionaban a los
protagonistas de los relatos. Los periodistas daban cuenta sobre la corrupción
que privaba indistintamente en la sociedad estadounidense, fueron políticos o
empresarios, trabajadores negros o blancos, ciudadanos en general, todos por
igual, quebrantando o despreocupándose de las leyes.
Los pioneros del periodismo de
investigación fueron los reporteros de McClure’s Magazine que desataron el
escándalo de la compañía petrolera de John Rockefeller, la “Standard Oil”, en
la que documentaban los manejos poco escrupulosos de los empresarios, de cómo
destruía a sus competidores, con qué métodos se apropiaba de recursos naturales
y compraba a los legisladores. (Aquí
vale subrayar que en México cualquier parecido con la realidad es mera
coincidencia).
Esto demuestra que el periodista es
un ser social activo, que en alguna medida ejerce un liderazgo social. Aun no
proponiéndoselo, el periodista influye sobre las circunstancias, los hechos,
las conductas políticas, sociales y económicas de su país. A contracorriente,
como decía Buendía, ya es tiempo de que abiertamente se diga que la sociedad no
tiene por qué apoyar a periodistas que han desertado de sus deberes esenciales
y de sus compromisos frente a la misma sociedad, cuya inteligencia ofenden con
un producto generalmente de baja calidad ética, y cuyo sentido de justicia
violentan con la calumnia, la injuria, la extorsión y la grosera alabanza bajo
estipendio.
El periodismo de investigación es
un compromiso social que tiene reglas claras y definidas. (Buendía dixit)
Hablar de ética entre nosotros los periodistas es como mencionar el cilindro:
casi todos afirmarían que lo pueden tocar, pero no muchos se ofrecerían como
voluntarios para cargar con él.
El periodismo de investigación es
un trabajo que se hace en solitario, requiere de disciplina intelectual,
compromiso social, como un contrapoder pese a la autocensura por los intereses
de los medios, es un trabajo de largo aliento y costoso porque requiere de
mucho tiempo y paciencia, el periodista necesita de intuición, agudeza, ojos
escrutadores, cultura, inteligencia, investigar no sólo requiere método,
también es imprescindible contar con técnicas determinadas y con una estrategia
adecuada para cada caso. Es armar un rompecabezas, dejar de lado las
filtraciones, confirmar los datos con el mayor rigor, dejar de lado los
rumores, apoyarse en documentos, saber desclasificar expedientes y un buen
archivo y contactos en todos los ámbitos. Someter la información al máximo
proceso de verificación. El periodismo de investigación se base en tres reglas:
1.- Debe ser un tema propio del periodista, 2.- Que sea un tema de interés público
y 3.- develar si hay algo oculto… Y una cosa muy importante: diferenciar lo
público de lo privado.
Cito aquí un ejemplo del
especialista en políticas públicas, el doctor Carlos Salazar Vargas quien de
manera precisa y concisa expone las diferencias entre lo público y lo privado.
Alrededor
de lo “público/privado” –dice nuestro amigo Salazar Vargas– existen cuatro niveles de análisis,
relacionados entre sí y que incumben al Politing, (y al periodismo de investigación por supuesto) así:
el (1) Se refiere a la esfera
pública, versus esfera privada, en la que lo público equivale a lo estatal y lo
privado al mercado. Por eso, se habla de instituciones públicas -o de seguridad
pública- y de empresas privadas, o bien del interés público y de los intereses
privados. Hay entonces, instituciones que son organizaciones públicas
(secretarías/ministerios/oficinas: toda una gama de Organizaciones Estatales,
Paraestatales y Gubernamentales) en el orden nacional, estatal, regional y
municipal. Otras, se consideran del ámbito privado, porque su capital tiene
menos del 50 % de aportes gubernamentales (aquellos que provienen de nuestros
impuestos). El (2) Sitúa la
esfera pública -de manera un tanto paradójica- en la sociedad civil y no en el
Estado. Aquí, la esfera pública encuentra su fundamento en la capacidad de la
sociedad civil (irónicamente compuesta por individuos privados) quienes se
organizan independientemente del Estado. Así, el espacio público se caracteriza
por ser un espacio de comunicación y discusión crítica y racional. El (3) Utiliza el concepto de lo público
con la idea de accesibilidad y de universalidad. Así, se habla de espacio
público o de educación pública y es donde se encuentra la “información
pública”, aquella de uso y consumo general (para todos los ciudadanos), opuesta
a la información reservada (clasificada y secreta o “Privada”), para uso y
consumo de un grupo, institución o un gremio particular. En el (4) Está lo que es público, en
oposición a lo que permanece oculto o es secreto. Por eso, se asegura que los
políticos -al igual que artistas, figuras de farándula, deportistas y/o líderes
de opinión- tienen una vida “privada”, diferente/distinta de aquella que
ejercen o representan en “público”.
Hoy,
las divisiones entre “público/privado” se han desdibujando y una de las razones
es por el caso del colombiano Marco
Fidel Suárez, cuya madre -doña Rosalía- lavó ropa ajena y amasó galletas
para levantar a su familia. Este antecedente lo aprovechó un detractor y en
pleno “Congreso de la República” le vociferó que no podía pertenecer a esa
“Corporación de ilustres hijos de la República”, porque su madre era una “mujer
pública”. Éste escritor, periodista, político, Presidente de la República,
varias veces ministro, miembro de la Academia Colombiana de Historia y quien
recibió diversas condecoraciones como la de Caballero de Primera Clase de manos
del Papa Benedicto XV, así respondió a esta vil acusación: “Si pública es la
mujer que por puta es conocida/re-pública ha de ser una puta muy
corrompida./Siguiendo el silogismo de esta lógica absoluta,/todo aquel que se
reputa de la República ser hijo,/será como se dijo, un grandísimo hijo de
puta”. Por eso, hay políticos que nunca quieren saber si son públicos o
privados.
Por
lo anterior queda claro que en la historia del periodismo de investigación
destacan los detalles que definen los grandes reportajes: cuentan lo que nadie
quiere que se sepa, utilizan gran cantidad de datos y fuentes para confirmarlo
y explicarlo, y el resultado es una gran historia.
Uno
de los más grandes periodistas contempóraneos, Paul Steiger ex reportero de Los
Angeles Times y The Wall Street Journal
se dio a la tarea de impulsar una de las propuestas periodísticas más
atrevidas del siglo XXI: ProPublica.
Este
proyecto de ProPublica surgió de la iniciativa de un par de filántropos,
Herbert y Marion Sandler quienes pidieron consejo a Paul Steiger, preocupados
ante la disminución del periodismo de investigación en las redacciones
tradicionales. Destinaron 10 millones de dólares a ProPublica para mantener
vivo el periodismo de investigación. Este proyecto periodístico se está
financiando con donaciones y aunque cuenta con una pequeña redacción ha
obtenido, en sólo seis años desde su creación, una treintena de premios, entre
ellos el Pulitzer, el máximo galardón para el periodismo de investigación. Cito
un ejemplo: uno de los reportajes de ProPublica sobre los estragos del huracán
Katrina reveló que los médicos de un hospital de Nueva Orleans habían optado
por matar silenciosamente a algunos de sus pacientes ante la imposibilidad de
hacerse cargo de ellos tras la catástrofe.
Esto
demuestra que si bien la gran mayoría de los medios tradicionales están en
crisis, pese a ello debemos ser optimistas respecto del futuro del periodismo,
aún mucho más con la aplicación, cada día, de nuevas tecnologías.
Eso
también lo hemos podido constatar en los grandes diarios del mundo, como The
New York Times, The Guardian, Le Monde, El País, The Wall Street Journal y The
Washington Post, por citar algunos de los más importantes e influyentes.
The
Washington Post, por ejemplo, realizó una gran investigación titulada Top
Secret America. Los reporteros Dana Priest
y William M. Arkin, pasaron dos años investigando todos los resquicios
del entramado de los servicios secretos, las redes de espionaje y su negocio,
sus vinculaciones políticas y económicas, y los lugares donde están los
principales centros secretos. Los reporteros utilizaron bases de datos, mapas,
buscadores y otras herramientas tecnológicas para conseguir y procesar la
información. El resultado ofrecer una mejor información a sus lectores bajo el
principio del Derecho a saber a pesar de los obstáculos como las dilaciones
indebidas en la solicitud de desclasificación de información y a la protección
de datos bajo el argumento de Seguridad.
En
todas partes se cuecen habas. Sabemos gracias al periodismo de investigación de
los escándalos e intrigas en el Vaticano, de la red de pederastas donde se
involucran jerarcas del clero con políticos y mafias del crimen organizado. Y
aún con pruebas irrefutables a muchos sacerdotes los canonizan pese a las
complicidades y encubrimientos. Cuando un periodista cuestionó a un reputado
monseñor sobre la responsabilidad del Papa Juan Pablo II en el encubrimiento de
pederastas como el padre Marcial Masiel, sólo acertó a exclamar: “Que voy a
decir de ese Papa admirable, si me ordenó a mi cuando visitó Valencia”.
Para
concluir quisiera abordar en mi caso personal mi trabajo como periodista más de
investigación que de historiógrafo. Se me ha etiquetado como el biógrafo de
Carlos Slim y de otros personajes como La Maestra Nostra y el Perofesor Hank.
Pinto mi raya porque el biógrafo, generalmente llega al personaje por
admiración o afinidad, aunque su travesía le lleve a destruir el mito.
Vivimos
el boom de las biografías póstumas de todo tipo de personajes llevándolos a
dimensiones de idolatría, yo he escrito sobre personajes vivos y no me importa
si mis investigaciones descansan sobre el lado más oscuro del personaje
investigado, como también lejos de las intachables vidas de santos. No hay
razón para el escándalo, ¿quién no ha escondido una mancha detrás de un cuadro?
Aunque debo decir que para un escritor o un periodista existen miserables
secretos de la vida. Esos secretos no cambian nada. Cambian si haces una
biografía de verdad, pero mejor hacerlas cuando el biografiado haya muerto.
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