martes, 3 de septiembre de 2024

Histerias de vida


 El voyerista

Por :- Alfredo Guzmán

• Histerias de vida (1)

Contar historias, quizá sea mi sino.

 Nunca lo he definido, pero si es eso, va.

Hoy es una personal.

No es presunción, pero muchos de mis amigos han muerto.

 Por diferentes, circunstancias, hasta de enfermedad.

 La mayoría de forma violenta.

Algunas de las cosas que me pasan, las he podido determinar, otras las circunstancias.

 Pero casi siempre, tienen que ver con decisiones, tomadas sin pensar.

Ya anciano, de 70 años, me ha dado por reflexionar en la verdad de la vida. 

No la conozco, pero ahora creo que es ser feliz.

 Aunque en ocasiones, eso molesta a otros. 

Incluida la familia. 

Supongo que hay personas que valoran, piensan, deciden y determinan a partir de sopesar las consecuencias. Un chilango, como yo, no. 

Nacido por accidente en la colonia Pensil de la ciudad de México, marca.

Uno de cada 10 de mis amigos, estudió una carrera universitaria.

 Soy el afortunado.

 Pero tuve que salir, huir casi de un destino, manifiesto.

 Cárcel,

 violencia o muerte.

Pero poco a poco habré de ir deshilando la telaraña.

Hoy quiero contar, que hace uno 25 días tenía los síntomas de un infarto, pero no ocurrió.

Y es lo que quiero contar.

Hasta la fecha aún tengo una parte de mi hombro izquierdo entumido.

Resulta que empecé con una punzada.

 Luego un escalofrío. Y hasta temperatura después.

Son hipocondriaco, normal. 

Eso lo deben suponer, porque casi nunca voy al médico. 

Sólo cuando casi me carga el payaso.

 Normalmente discuto con la pareja, por ello. 

Me vale, soy chilango y los chilangos mueren, hasta que se mueren.

Así de pendejos, somos. 

Y como yerba mala, no muere.

 Pues, no pasa nada.

Mi hija, Ana es deportista de alto rendimiento. Siempre acude a la fisio, tiene vendas, pomadas y usa masajes y es atenta a su cuerpo.

Yo ni madres.

 Me curo con remedios caseros y va.

Luego de algunos síntomas que en vez de reducir, aumentaban.

 Acudí a mi médico de cabecera, o sea a Google.

 Leía y releía y mis síntomas estaban claros.

 Infarto latente.

Mientras unté en mi cuerpo, pomadas diversas, de mariguana, peyote, amapola y demás. 

Hasta Iodex. 

Me vendé e inmovilicé el hombro. 

Y tomé algunas pastillas para el dolor.

Pero nunca puse en claro la posible causa. 

Hago caminata, como verduras, carne cuando hay. 

Ya no ando brincando, ni jugando escondidas con adrenalina al 100. 

En fin, soy un anciano casi en reposo permanente. 

A veces le pego al costal que tengo colgado casi de adorno en la azotea y hago barra colgándome como chango unos segundos.

Ya no juego fútbol, cosa que hice y bien, desde que tengo memoria. 

Hace un año me hicieron un homenaje los periodistas de Chilpancingo, por mi trayectoria deportiva y profesional.

 Gracias.

Vivo en Guerrero, luego de que a los 22 años, salí del DF y acá sigo. 

Y tengo un chingo de amigos y algunos todavía allá en la Pensil.

 Cambié mi estilo de vida y he enderezado algunos excesos. 

10 años sin beber alcohol, dicen algo.

Ayer saliendo de un espacio que tengo para escribir y trabajar, me dio por voltear hacia el techo.

Y me vino a la memoria, cosa rara, pues siempre olvido ahora todo lo que voy a hacer o lo que estoy haciendo.

Quise colgarme de la barra y no pude levantar el brazo izquierdo. 

Y regresó toda la película.

 Resulta que los días que duré con el dolor.

 Salí del mismo lugar y sin calentar, me colgé de la barra metálica.

 Esa ocasión no sentí nada de inmediato.

 Pero después vino a mi memoria, todo el desmadre.

Todo la histeria que viví estos días, en parte porque alucino pensando pendejadas e imagino cosas que van a pasar, pero que no pasan. 

Fue la barra. Bueno no fue la barra. Fue mi descuido, mi dejadez. Mi valemadrismo.

Jugar al Don vergas, no ayuda.

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