Editorial
Hay cuando menos cuatro mensajes políticos muy
visibles en el arribo del ex gobernador de Guerrero, René Juárez Cisneros, a la
dirigencia nacional del PRI: el candidato presidencial de ese partido José
Antonio Meade, busca salir de su tercer lugar en las encuestas rescatando los
apoyos de los grupos tradicionales del PRI.
Hay un factor que preocupa hondamente en el PRI
nacional: la efervescencia pro AMLO en la mayoría de los estados del sur del
país. Y el fracaso en la operación en todos ellos, del ex dirigente nacional de
ese partido, Enrique Ochoa Reza. Pero René Juárez, tiene sus propias rémoras:
1.- Cuando fue candidato a gobernador por el PRI en 1999, ofertó como principal
divisa discursiva, haber ganado todas las elecciones en las que compitió.
En la elección de gobernador del 7 de junio de 2015,
articuló una alianza con el grupo político de Manuel Añorve-Héctor Astudillo.
Tomó cierta distancia de ellos cuando, el 6 de octubre de 2016, el presidente
Peña Nieto, lo designó como subsecretario de Gobierno de la Secretaría de
Gobernación. Y por eso pudo manotear y meter algunos de sus cuadros políticos
en la elección que viene.
A Juárez Cisneros, se le ha relacionado con el grupo
político del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. De hecho, trasciende en
corrillos políticos que su arribo al CEN del PRI, estuvo ligado a la operación
de muchos gobernadores tricolores que simpatizan y comulgan con la escuela
autoritaria priísta. Y se cansaron de la ausencia de resultados de Enrique
Ochoa, quien se plegó más a las cúpulas del partido tricolor y olvidó a las
bases.
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