Editorial
Diversos
sectores de la ciudadanía han respondido afirmativamente ante la urgente
convocatoria que hizo el gobernador Héctor Astudillo Flores, para cerrar filas
y signar un Pacto de Seguridad, ante la espiral de la violencia que ha llegado
a niveles de cruenta guerra entre grupos del crimen.
La
iglesia católica, que tiene influencia en más del 90 por ciento de la población
(feligreses), solo el diez pertenecen a diversas agrupaciones religiosas o
sectas.
La
mayoría de partidos políticos por medio de sus dirigentes le han patentizado
amplio respaldo al gobernador Astudillo quien emprende una cruzada por la paz,
pero la espiral de la violencia no cede.
Es
en Chilpancingo donde se han suscitado asesinatos a plena luz del día, en el
primer cuadro de la ciudad, sin que nada frene ejecuciones perpetradas por
jóvenes; las víctimas también son jóvenes. El promedio de vida de los jóvenes
se acorta cada día por los crímenes.
Va
a ser muy difícil pero no imposible que la espiral de la violencia sea frenada
de golpe, porque el mercado de la droga es inmenso, sobre todo porque Estados
Unidos tiene gran demanda de narcóticos;
más, la heroína donde Guerrero ocupa primeros lugares en producción, que
también sirve para fines medicinales.
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