La
prensa, espejo de la sociedad
Carlos
Ramírez
En
su novela Rojo y Negro, el escritor francés Stendhal fijó el espacio de la
novela social: “las novelas son espejos que pasean por la vía pública, que tan
pronto reflejan el purísimo azul del cielo, como el cieno de los lodazales de
la calle”. El periodismo por sí mismo juega el mismo papel: es el espejo de la
sociedad.
El
asesinato del periodista sinaloense Javier Valdez Cárdenas es equidistante del
crimen de Manuel Buendía, columnista de Excelsior, en mayo de 1984: los dos
fueron asesinados por las revelaciones en su columna de las complicidades del
poder político institucional con el crimen organizado. La tarea de estos dos
periodistas, como todos los asesinados, agredidos y desaparecidos en los
últimos quince años, fue sólo la de poner un espejo delante de la sociedad.
Las
agresiones contra periodistas han querido ser intimidaciones al oficio de
difundir, revelar y recordarle al poder que hay una sociedad que quiere
transparentar la vida pública y que esos recordatorios no gustan a los que
funcionan en la oscuridad del poder.
Los
asesinatos de periodistas deben revalidar la función del trabajo de
comunicación política en los medios de comunicación impresa, electrónica y
cibernética. La tarea del periodismo es la de difundir la realidad para
contribuir a la formación social del individuo. Cuando los trabajadores de la
información son agredidos, entonces hay muchas cosas que no funcionan en el
sistema político.
El
periodismo político en México ha sido un factor de construcción de la
democracia: fue combativo contra la dictadura de Santa Anna, colaboró
intensamente con Juárez desde el Congreso para institucionalizar al Estado,
sucumbió primero ante Díaz pero luego fue el factor de rebelión social, quedó
pasmado en los primeros años del sistema político priísta pero desde 1968 se
convirtió en resistencia e impulso democrático, ayudó en los noventa a minar
las bases del presidencialismo como la estatua de Lenin y al PRI como el Muro
de Berlín del autoritarismo presidencialista y contribuyó de manera decisiva a
la alternancia que no fue transición.
La
lucha del periodismo contra el crimen organizado ha sido desigual, pero a pesar
de ello los medios han sido factores de presión al Estado y a los gobiernos
para no olvidar que la seguridad de los ciudadanos es la tarea primordial del
Estado, desde que Hobbes definió el contrato social que dio nacimiento al
Leviatán. La seguridad ciudadana es la base del desarrollo, señalan las teorías
aplicadas en México de la seguridad interior.
Las
agresiones contra periodistas no deben llevar a reacciones de fueros
especiales. Los periodistas son parte sustancial de la sociedad. Cuando los
periodistas exigen garantías para su trabajo, en lo menos que están pensando es
en tener escoltas, cascos y chalecos antibalas, sino que buscan que el país
mejore las condiciones de seguridad para todos.
La
función de la prensa es la del espejo de Stendhal y a los gobernantes le
corresponde escoger qué imagen reflejar: el azul del cielo o los lodazales del
camino. Lo escribió Stendhal:
“¿Os
atreveréis a acusar de inmoral al hombre que lleva el espejo en su canasto?
¡Porque su luna refleja el cieno, os revolvéis contra el espejo! ¡No! A quien
debéis acusar es a la calle o al lodazal, y mejor aún, al inspector de limpieza
que consiente que se forme el lodazal”.
La
responsabilidad de las informaciones críticas está en otra parte.
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