*La
corrupción pasea en yate en la bahía de Acapulco
Redacción/Bajo
Palabra
Acapulco,
Gro.– El alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, otra vez quiso pasarse
de listo. Fue captado mientras paseaba como un señorón en un yate prestado por
un notario con quien tiene arreglos.
El
paseo en yate fue la culminación de un día de festejos a la vieja usanza
priísta y caciquil donde el mandamás se deja agasajar “espontáneamente” por sus
colaboradores y seguidores. ¿Qué hay de malo en eso?
Para
salir al paso de las críticas, el alcalde perredista de Acapulco, dijo que
tiene derecho a la diversión como cualquier otro ciudadano. Y tiene razón, sólo
que no es cualquier ciudadano, porque no a cualquier ciudadano le presta un
notario un yate de lujo. Si fuera así, los brodis acapulqueños serían felices.
El
argumento de Evodio de que tiene derecho a la diversión, respaldado por una
clase política perredista corrupta y parásita que ha probado de sobra que es
tan corrupta como los priista a lo que tanto critica, no logró que le creyeran,
ni tampoco logró generar lástima.
El
alcalde acapulqueño tiene derecho a la diversión si la paga con su dinero. No
tiene derecho a usar el poder de la investidura para hacerse de favores. No
tiene derecho a recibir regalos, ni a usar los recursos públicos para beneficio
personal, pues cualquier obsequio que reciba en el ejercicio de poder estará
relacionado con éste y, por consecuencia, dejará abierta la brecha a la
especulación de que mantiene acuerdos secretos y corruptos con sus
benefactores.
Este
día, estaba invitado a la sesión semanal del Grupo Aca, una asociación civil
donde militan ex funcionarios de muchas viejas administraciones públicas que
saben bien en qué consiste esto de usar el poder para beneficio propio.
Sabiendo que sería cuestionado por lo del yate, prefirió escapar, no asistió.
No tiene argumentos válidos para aclarar su conducta de señorón.
Evodio
como todos, tiene problemas para aceptar que se equivoca en su percepción,
tiene miedo de aceptar que es un necio que prefiere ver arder su futuro
político y el de su partido, si es que aún le queda alguno, a recapacitar y
corregir. Su capacidad de análisis político es limitada, pues si fuera más
inteligente, ya se hubiera visto en el espejo del alcalde priista de
Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena, que igual le apostó a la necedad, al
grado que su figura es hoy parte de la basura que inunda la capital de
Guerrero.
A
como lleva las cosas el señor Velázquez en Acapulco, es muy poco probable que
el PRD pueda mantener esa alcaldía en el 2018. No es sólo la necedad del
alcalde, es también la enorme secuela de corrupción que ira apareciendo en las
próximas semanas donde familiares del edil, funcionarios y hasta la llamada
primera dama, están involucrados. Queda por aclarar en qué usó el dinero del
préstamo que pidió a banco interacciones, y los dineros del Programa Nacional de
la Prevención al Delito, Pronapred del año pasado, entre otros asuntos más. La
necedad en política, y en todo, es mala consejera.
El
alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, otra vez quiso pasarse de listo.
(Foto: Bajo Palabra).
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