Por Jonathan Cuevas
*Empresas recicladoras, concesionarios, pepenadores y hasta
el crimen organizado han recibido cantidades millonarias como ganancias en este
negocio
Chilpancingo, Gro.- En el basurero de Chilpancingo hay 120
pepenadores que ganan entre 200 y 500 pesos al día. De las 350 toneladas
diarias que se generan de basura, las empresas recicladoras y “chachareras”
compran al menos 20 toneladas. Más de 120 camionetas recolectoras
independientes, obtienen como ganancia cerca de mil 500 pesos diarios. Esto
convierte al problema de la basura en un jugoso negocio para muchos.
Hoy, la ciudad capital del Estado de Guerrero está inmersa
en un serio problema ambiental al no contar con un relleno sanitario formal. El
actual no tiene capacidad y, aunque no es un tiradero a cielo abierto, el
estatus al que llega es: “sitio de disposición final controlado”.
Fue instalado en febrero del año 2000 por el alcalde
priista José Luis Peralta Lobato y estaba proyectado para clausurarse en
el 2006, luego en 2010, 2014 y por último en este 2016. Su vida útil fue
alargada cuando se adquirieron más hectáreas de terreno pero, ésta ha sido
rebasada en realidad desde la anterior administración que encabezó Mario Moreno
Arcos.
En el lugar hay 11 hectáreas de las cuales, las tres
primeras ya están en etapa de saneamiento. Otras cuatro están listas para ser
saneadas y las últimas cuatro son las que actualmente se utilizan para el
depósito final de los desechos en toda la ciudad y sus localidades más cercanas.
Son tres celdas de las cuáles dos ya fueron reutilizadas.
Pero al problema que hoy sufre Chilpancingo, han abonado
los municipios vecinos de Quechultenango, Mochitlán, Tixtla y Zumpango, que en
algún momento han tr aído sus desechos hasta este basurero. Tan solo durante la
contingencia provocada por la tormenta Manuel y el huracán Ingrid en 2013,
llegaban a esta ciudad casi 800 toneladas de basura traída desde otros
municipios.
En el año 2000, Chilpancingo tenía alrededor de 192 mil
habitantes y, para 2010, 241 mil. La población aumentó hasta este año 2016 más
del 25 por ciento en comparación con el inicio de la década de los 90´s. Este
alto número de habitantes genera las más de 350 toneladas de basura al día que,
hoy ya no caben en el tiradero.
Las administraciones municipales que han lidiado con este
problema, son: la de Saúl Alarcón Abarca del 2002 al 2005 que fue cuando por
primera vez se extendió el terreno para una nueva celda. La de Mario Moreno
Arcos (2005-2008), Héctor Astudillo Flores (2009-2012), Mario Moreno Arcos
(2012-2015) y la actual de Marco Antonio Leyva que va a apenas en su primer año
y culminará hasta el 2018.
Las últimas dos son las que más han resentido el problema y
en las que cada vez se vio más basura tirada en las calles. La falta de
vehículos oficiales, personal de gobierno y un terreno apropiado, han
deteriorado la imagen de estas dos administraciones aunque, el problema data de
mucho tiempo atrás.
De hecho, los dos últimos alcaldes son los únicos que se
han preocupado realmente en abrir un nuevo relleno sanitario ante la presión
ciudadana y de las autoridades ambientales. Sin embargo, en el caso de Mario
Moreno Arcos, habitantes de varias comunidades se opusieron a que se utilizara
el predio “El Amate”, en la Sierra Baja de Chilpancingo, ante el daño ambiental
que provocaría.
Él mismo inició el trámite para instalar el relleno en un
predio limítrofe con los municipios de Tixtla y Zumpango, proyectando un
tiradero intermunicipal. No obstante, el proceso tuvo que ser frenado con el
actual alcalde Marco Antonio Leyva Mena ante la oposición del presidente
municipal de Tixtla, Hosseín Nabor Guillén, que gobierna bajo las siglas del
PRD.
De esta forma, en un panorama pre-electoral al haber
elecciones en el año 2018, el conflicto se ha tornado político y el problema de
la basura para Chilpancingo sigue a la alza.
Matlalapa
El argumento que ha utilizado el edil tixtleco es que, la
gente de Matlalapa que es el pueblo más cercano al predio donde se instalaría
el relleno y pertenece al municipio de Tixtla, se opone.
Al visitar este poblado, Agencia Periodística de
Investigación pudo constatar que el problema es meramente de carácter político.
En realidad, los pobladores dicen estar de acuerdo en la instalación del
relleno intermunicipal, siempre y cuando sean tomados en cuenta, obtengan
beneficios y, sea la empresa “Rever” la que opere en relleno, porque además,
les dotaría de energía eléctrica.
“Nosotros como comunidad le dijimos al presidente Hosseín,
al presidente Marco Leyva, que nosotros estábamos de acuerdo siempre y cuando
se cumplieran las condiciones que la comunidad les habíamos manifestado”, dijo
en entrevista Reyes Duarte Ortuño, comisario.
Explicó que el año pasado fueron a Linares, en el Estado de
Nuevo León, para observar el manejo y procesamiento que dan a la basura allá,
por lo que quedaron convencidos de que si la misma empresa era la que trabajaba
aquí en Matlalapa, “nosotros estábamos de acuerdo”.
Además, pidieron al alcalde de Tixla obra pública y al de
Chilpancingo, todos los beneficios que recibe Linares, principalmente la
generación de energía eléctrica.
El comisario dijo desconocer si hay avances en las
negociaciones con la empresa recicladora, para que sea la que opere este
relleno, motivo por el cuál, aunado al conflicto entre los gobiernos de
Chilpancingo y Tixtla, decidieron no permitir la continuación de los trabajos a
pesar de que ya hay una celda emergente instalada lista para usarse, en la que
se invirtió más de un millón de pesos.
Reyes Duarte precisó que es el conflicto político entre los
dos alcaldes (que son de partidos diferentes), los que han frenado en realidad
la obra, no el pueblo de Matlalapa.
En esta comunidad hay 15 familias y cerca de 250 gentes. Es
un pueblo bastante pequeño por el cual solo cruza una calle pavimentada. Tienen
una pequeña capilla en honor a La Virgen de la Natividad, una escuela primaria
de dos salones y cancha de básquetbol, y la comisaría apenas está en
construcción. La gente confía en que la instalación del relleno sanitario
podría traerles desarrollo.
Su diversidad biológica es inmensa. Sus tierras están a la
mitad de las cabeceras municipales de Chilpancingo, Tixtla y Zumpango, y hay
acceso por el nuevo libramiento que conecta a las dos primeras ciudades. La
flora y fauna es abundante además de que hay mantos acuíferos totalmente vivos.
Hay sembradíos de maíz, frijol, jitomate y muchas verduras más.
Pero el poblado de Matlalapa está a unos 4 kilómetros de
distancia de la zona proyectada para el basurero. Está además en un nivel
superior y el aire corre hacia el norte, por lo que, la gente cree que ni les
llegarán los olores fétidos y el escurrimiento de lixiviados sería hacia otra
zona. Considera el comisario Reyes que el ecosistema no sería dañado gravemente
si se trabaja como les mostraron en Linares.
En contraste, la gente teme que grupos delincuenciales
puedan apoderarse de la zona ante los fuertes intereses económicos que traería
una obra de tal naturaleza en esta zona, por tanto, entre una de sus exigencias
está la seguridad.
Pero actualmente, a lo largo de la carretera que atraviesa
el ejido de Matlalapa, hay puntos actualmente identificados como “tiraderos de
cadáveres”. De hecho, a la carretera nueva Chilpancingo-Tixtla así se le ha
identificado. Un alto número de mujeres y hombres, jóvenes y adultos han sido
asesinados y arrojados en esta vía.
También han sido
ubicadas aquí casas de seguridad y, por si fuera poco, los anuncios viales son
utilizados como blancos de tiro, a modo de entrenamiento de los grupos delincuenciales.
Tan solo basta con recorrer esta carretera para corroborar lo aquí escrito.
El ejido de Matlalapa que es la zona aledaña al basurero
que se pretende, es un foco rojo en cuanto inseguridad, en l zona centro del
Estado de Guerrero. Entonces, el relleno sanitario intermunicipal estaría
dentro de una zona altamente violenta.
Pepenadores
En el basurero de Chilpancingo hay 120 personas, desde
niños, adultos y ancianos, que trabajan rescatando material reciclable o
“chácharas” que clasifican y separan de la basura, para posteriormente venderlo
a diversas empresas.
Se les llama coloquialmente “pepenadores” y un 50 por
ciento vienen de Zumpango, un 30 de Tixtla y el resto de diversas comunidades.
No hay pepenadores que vivan en la ciudad de Chilpancingo.
Madera, cartón, llantas, fierro viejo, PET (envases de
plástico), muebles o aparatos inservibles entre otros artículos son lo que
rescatan de entre los desechos, además de ropa, zapatos, juguetes o cualquier
prenda que les pueda servir para conservar y usar.
Cuando llega un camión o camioneta recolectora, todos los
pepenadores rodean para que, en cuando se empiece a descargar ellos vayan
“capeando” todo el material que puedan. Cuando el vehículo se retira, las
personas permanecen escarbando entre la basura. Ahí hay desde alimentos echados
a perder, estiércol, animales muertos, gusanos, aves de rapiña, etcétera.
Estaría de más describir el fétido olor entre el que andan.
Los focos de infección parecen inmensos pero, estas personas resisten más que
cualquier otra.
No trabajan los 120 pepenadores de forma diaria, ante la
falta de espacio en el lugar. Por tanto se turnan, 60 personas un día y el
resto al otro día. Algunos pepenadores, en su día libre prefirieron poner
puestos de comida, fritangas o bebidas, par a obtener un ingreso extra.
Ellos dicen que ganan entre 100 y 150 pesos al día pero,
las autoridades del sitio afirman que sus ganancias oscilan entre los 500 o 700
pesos. Haciendo un balance, el resultado de este trabajo se reflejaría
aproximadamente entre los 200 y 500 pesos, dependiendo cuánto material servible
o reciclable pudieron rescatar.
Entre todos, tomando en cuenta que trabajan 60 personas al
día, estarían generando 12 mil pesos si se toma la cantidad más baja de sus
ganancias, que son 200 pesos. A la semana se convierte en una ganancia de 84
mil pesos entre los 120 trabajadores.
La ganancia es tal, que, hace cuatro años el crimen
organizado volteó a ver a este sector para exigirles una cuota semanal de 10
mil pesos. Por razones desconocidas, a partir de 2013 los sicarios dejaron de
cobrarles y se retiraron, pero antes estuvieron vigilando día y noche la zona
del basurero, como si fuera una plaza más.
“La basura jefa”
En este basurero
también confluyen alrededor de 126 camionetas recolectoras de basura que
trabajan a base de compra y renta de concesiones (permisos para brindar el
servicio), que los gobiernos de Héctor Astudillo Flores y Mario Moreno Arcos
les vendieron por cantidades de entre 12 y 15 mil pesos.
De hecho, el ahora gobernador, Astudillo, fue quien dio pie
a este negocio cuando fue presidente municipal entre los años 2009-2012. Los
permisos marcados con el número 01 y 02, se los vendió a dos familias de
Tixtla. Al notar que era un buen negocio, más familias de aquel y este municipio
se interesaron.
Y es que las camionetas particulares a las que hoy se les
conoce como “las de la basura jefa”, piden cantidades que van desde los 10
hasta los 30 pesos como “cooperación voluntaria” de quienes piden sus
servicios. Ellos acarrean diariamente de dos a cinco toneladas por unidad, y en
total, casi el 50 por ciento de las 350 toneladas diarias.
Las ganancias aproximadas por camioneta oscilan entre los
mil y 2 mil pesos, según fuentes oficiales consultadas. En promedio son mil 500
pesos de los cuales pagan su gasolina, a uno o dos chalanes y el resto es su
ganancia neta.
En un balance general tan solo por el servicio de
recolección, los permisionarios estarían generando una ganancia total de
alrededor de 126 mil pesos por día ya libres de gastos; esto es, unos 882 mil
semanales.
Pero quienes trabajan estas camionetas tienen un negocio
redondo porque antes de llegar al basurero ya separaron todo el material
reciclable y las chácharas para venderlos por cuenta propia.
Las ganancias que obtienen las empresas recicladoras y
“chachareras” como se les conoce en el basurero, son difíciles de calcular
pero, también vienen en su mayoría de municipios vecinos, incluso de Iguala,
según las autoridades.
Hacer milagros
El ingeniero Miguel Ángel López Soto, jefe del Sitio de
Disposición Final de Residuos Sólidos del Municipio de Chilpancingo, lleva 16
años a cargo. Inició desde que fue aperturado el lugar en Febrero del 2000.
En el basurero, mostró cómo operan la basura y cómo se está
saneando la zona, pero reconoce que actualmente se tienen que buscar espacios
donde colocar los desechos ante la insuficiencia de terrenos.
Está consciente de que urge la apertura del nuevo relleno
sanitario en Matlalapa pero, sabe que no hay para cuando, por lo cual, él y 25
trabajadores del municipio a su cargo, tienen que hacer prácticamente milagros
para continuar operando.
Las épocas de lluvias complican los trabajos y, además del
gasto que genera por el tratamiento de la basura, se tiene que echar
revestimiento al camino que llega hasta la celda actual, de forma constante.
En el sitio se observan tres gigantescos cerros que se
pueden ver casi desde cualquier punto de la ciudad; uno ya saneado y en el que
a duras penas crece la maleza, uno más en el que solo hay basura y el tercero
que es la celda en la que se trabaja.
Don Miguel afirma que los caminos que conectan a las tres
celdas se tendrán que utilizar junto con una nueva pequeña celda, con el objeto
de darle un poquito más de vida al basurero.
La zona del basurero está cercada y, fuera de la cerca es
difícil encontrar basura. Hay alrededor áreas verdes limpias, aunque el camino
que conduce al tiradero está sucio desde aproximadamente medio kilómetro antes
de la entrada.
Sin embargo, los malos olores han inconformado a vecinos de
al menos 6 colonias cercanas, principalmente a los de “La Cina”, que exigen la
clausura del sitio de disposición final de desechos y temen a contraer
enfermedades. (Agencia Periodística de Investigación)
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