Roberto
Camps
Ofuscados
por la dolorosa caída electoral que tuvieron en Acapulco, y la temprana
ambición de quitar la joya de la corona al PRD en la elección de 2018 (aunque
quede en manos de su aliado, el PRI), Luis Walton Aburto y su brazo golpeador,
el diputado Ricardo Mejía Berdeja, se prestan a la denostación y son parte de
una pinza que pretende resquebrajar la imagen del alcalde Evodio Velázquez
Aguirre, y su partido.
Desde
principios de enero, el diputado ha lanzado toda suerte de acusaciones contra
Velázquez Aguirre, sin aportar ante las instancias correspondientes un solo
elemento de prueba de lo que afirma.
Ayer
miércoles, en el espacio de radio del periodista Jorge Zamora Téllez, la
panelista Patricia Segovia invitó a Mejía Berdeja para que presentara la
denuncia correspondiente, a lo que éste respondió: lo consultaré con mis
compañeros. O sea, no actúa de motu propio, ni responde con contundencia: “lo
haré, porque tengo las pruebas”. Habría que ver a quién le tiene que pedir
permiso en el MC o PRI.
El
coahuilense Ricardo Mejía Berdeja, encontró en Guerrero la oportunidad de
desarrollo político desde las campañas perdedoras de Luis Walton. Ahora desde
la tribuna del Congreso local, concentra la mayor parte de su atención en el
tema Acapulco, como si en Guerrero no hubiera regiones que arden por el tema de
la violencia, como si no hubiera que fiscalizar y reconvenir a las áreas de
seguridad pública estatal y federal.
Mejía
utiliza en suma, el mismo esquema de campaña donde a pesar de que Movimiento
Ciudadano llevó al poder al defenestrado alcalde de Iguala, José Luis Abarca,
los naranjas hicieron una infame campaña en contra del PRD, que hoy cobran con
cargos en el gobierno, y el disimulo de sus diputados hacia los temas
estatales.
El
diputado acusado de vender padrones electorales, en su loco acelere por dañar
al alcalde de Acapulco, muy pronto harta a los guerrerenses con su estilo de
rompe y rasga. Los acapulqueños ya castigaron a su jefe político Luis Walton
con el desprecio en las urnas y a él le pasará lo mismo. El paso fugaz por este
suelo suriano de Ricardo Mejía es ya una mancha para la política de Guerrero.
Sus
propios compañeros de partido en la entidad, lo acusan de ser el instigador de
la pérdida de piso de Luis Walton en la pasada campaña por la gubernatura, al
grado de tal de que a sabiendas de no tener la posibilidad de ganar la
elección, se daba por bien servido por hacerla de esquirol de la izquierda en
Guerrero. Pasó así al basurero de la historia por su soterrada (hoy pública)
alianza con el PRI.
Ricardo
Mejía pretende hacer creer que viene a cuidar los intereses de Acapulco. Cuando
gobernaron no lo hicieron, y peor aún, descuidó fiscalizar a su paisano, el
entonces gobernador Humberto Moreira. Si bien es cierto que presentó un
exhorto, que en términos prácticos equivale a un llamado a misa. Mejía Berdeja
no se comprometió con su tierra para investigar a su paisano, ese que aumentó
la deuda de esa entidad en más 430 por ciento, el equivalente a 33 mil millones
de pesos, con documentos falsos, cuyos colaboradores están en la cárcel, y hoy
enfrenta un proceso en España por lavado de dinero. Comentarios: robertocampscortes@gmail.com
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