Noé
Ibáñez Martínez
A
sólo 3 meses de meses de las elecciones en Guerrero, la entidad vive la peor
amenaza en su historia de que no se pudieran efectuar, esto a consecuencia de
las protestas emprendidas por las organizaciones que integran el Movimiento
Popular Guerrerense (MPG), que demandan justicia por los hechos en Iguala;
aunado el conflicto por las plazas irregulares que no reconoce la Federación.
Pero
la gran incógnita es: ¿habrá o no comicios en Guerrero?
Esta
parece ser la duda principal en una entidad lastimada por los hechos en Iguala,
donde absolutamente nada justifica la matanza y desaparición de normalistas.
Una entidad golpeada históricamente por la pobreza, el rezago, la violencia y
los conflictos sociales recurrentes. Una entidad que vive una especie de guerra
de “baja intensidad y de larga duración”, recordando a Fernand Braudel; ya que
los hechos en Iguala no fueron la causa sino la consecuencia de una serie de
problemas estructurales acumulados durante décadas.
Guerrero
ha sido cuna de movimientos revolucionarios y guerrilleros; se ha caracterizado
por presencia de caciques regionales que controlaron toda la actividad
económica y política, pusieron alcaldes, diputados y gobernadores, y
encumbraron a familias y personajes priistas que gobernaron desde 1928 bajo las
siglas del PNR, primero, y del PRI a partir de 1941.
En
2005, la entidad conoció una alternancia aparente con el triunfo de Zeferino
Torreblanca bajo las siglas del PRD, pero al final, terminó desencantando a los
guerrerenses. Su administración fue polémica y criticada por casos de
corrupción y por el incremento de la inseguridad, los secuestros, la
narcoviolencia y las desapariciones forzadas.
En
2011, el PRD retuvo la gubernatura con un candidato externo. Ángel Aguirre
llegó a la gubernatura impulsado por ‘Los Chuchos’, Marcelo Ebrard y Andrés
Manuel López Obrador, bajo las siglas de una coalición de “izquierda” e
impulsado por una estructura que había creado dentro del PRI.
Varios
factores generaron tropiezos en su mandato: fue señalado por nepotismo al
colocar a familiares en cargos estratégicos; la matanza de dos normalistas en
la Autopista del Sol provocó que la efervescencia social incrementara. Surgió
también la protesta de la CETEG en oposición a la Reforma Educativa impulsada
por el gobierno federal. La crisis de inseguridad provocó la germinación y
propagación de los grupos de autodefensa. Los desastres provocados por dos
fenómenos naturales devastaron Guerrero, como había ocurrido en 1997 con el
huracán Paulina, cuando era interino. Y finalmente, el contubernio entre grupos
delincuenciales y autoridades terminó en un hecho como el de Iguala.
En
este año, el PRD no llega en buena forma a una elección, después de una crisis
interna y un fallido intento de llevar a un candidato de unidad entre los
partidos de “izquierda”.
Los
tres de nueve aspirantes con posibilidades reales de llegar a la gubernatura
son: por el PRI, Héctor Astudillo Flores, expresidente municipal de
Chilpancingo, exsenador, exdiputado local y excandidato a la gubernatura en
2005. Por el PRD, Beatriz Mojica Morga, exsecretaria de Desarrollo Social del
estado, exdiputada federal y consejera nacional del PRD; y por el MC, Luis
Walton Aburto, presidente municipal de Acapulco, con licencia, exsenador,
exdirigente nacional de Convergencia y Movimiento Ciudadano de 2010 a 2012.
La
incógnita principal, sin embargo, es si el INE logrará que haya comicios en un
justificado y entendible encono social a raíz de la desaparición de los 43
normalistas. Sin embargo, como ya lo advirtió, la CETEG intentará evitarlo a
toda costa. Lo único cierto es que el Guerrero bronco siempre ha estado ahí.
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