
Seguramente,
para las presentes generaciones de la sociedad civil y principalmente urbana que
son ajenas, hasta cierto punto, del conflicto magisterial, les ha sido molesto
e incluso violatorio a sus derechos fundamentales a causa de las acciones
emprendidas por el grupo magisterial que desde hace poco más de un mes ha
venido promoviendo contra la política educativa del Estado, desde la
promulgación de la llamada Reforma educativa.
Sin
embargo, habría que reconocer que este conflicto magisterial no es espontáneo
ni improvisado, sino que existe una larga tradición de lucha política, social e
ideológica que los maestros han llevado a cabo desde hace casi cien años. A
través de huelgas, plantones, consignas y marchas callejeras, han expresado y
obligado a la sociedad de percatarse de la injusticia y de la falsedad del
Estado.
Recordemos
que el magisterio nacional, como sector específico de la sociedad mexicana,
adquiere una significación política particular, fundamentalmente, al término de
la Revolución mexicana; luego de haber sido sólo una aristocracia de teóricos
pedagógicos durante la República Restaurada y a lo largo del porfiriato y
desligada al pueblo. Empero, se convirtió en los años veinte en un sector
importante, cuyo número de mentores incrementó luego de una política de
reclutamiento de voluntarios quienes participarían en las misiones culturales y
de ahí se involucraron directamente con los problemas de las comunidades y los
campesinos.
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