Por César González Guerrero.
En cada uno de los pueblos de México y Guerrero, encontramos hombres y mujeres de todas las edades que, por diferentes razones, merecen ser reconocidas en vida. No es necesario esperar su fallecimiento para hacerlo, tampoco se debe esperar a que alguna autoridad lo haga. Cómo ciudadanos y familiares, existe calidad moral para ello, a la hora y fecha que sea pertinente.
Aunque también se debe aclarar que no para todos sean significativas esas razones. Los criterios y puntos de vista son muy diversos, por lo que debemos comprender y entender esa parte contradictoria de la ley de la vida.
En esta ocasión, 26 de mayo del 2025, en el marco de la celebración de los 80 años de vida de doña Elodia, es un buen motivo para rescatar parte de ella. Sí bien en cierto que, en ocasiones, no se valora a la persona hasta que fallece, también es cierto que la cultura del reconocimiento y el homenaje, se deben promover en todos los pueblos, por mínima obra o acción realizada de beneficio social. Independiente de las fallas y errores que, como humanos, involuntariamente se cometan.
Cómo la mayoría de las familias de los años 1930-1940, vivía en el area rural, el caso de doña Elodia, no fue la excepción; ella fue hija de una familia campesina, pobre, humilde, que nació el 26 de mayo de 1945, a finales de la segunda guerra mundial, en la población de Lombardía, perteneciente al estado de Michoacán.
Sus padres fueron Jesús Ramírez Diego y Guadalupe Garibay Chávez, oriundos del mismo lugar. Elodia ocupa el tercer lugar de 6 hermanos: Luis, Rafael, Rosa, Graciela y Juan Manuel, y es la única que aún vive.
Con el propósito de superar la pobreza, muy pequeña salió de su pueblo, en busca de trabajo y continuar sus estudios de secundaria, hacía el entonces Distrito Federal, a la edad de 14 años. Ahí recibió el apoyo de su tía Aurora Ramírez, que tenia su domicilio en la colonia Tacubaya, muy cerca del mercado llamado el Chorrito.
También fue muy importante la atención y apoyo que le brindaron sus primeras amistades, Irais Ventura Carmona y Eladio Ventura, hijos de don Antelmo Ventura Silva, originarios de Copala, quienes atendían un restaurante llamado el Guerrerense y le otorgaron el digno trabajo de mesera. Lamentablemente, por trabajar no cumplió el objetivo de estudiar.
Es ahí en donde conoce al joven Francisco Ventura Rodríguez, conocido como Pancho Ventura que, a su vez, era el propietario del negocio y, simultáneamente, se desempeñaba como soldado del ejército mexicano, con quien finalmente contrajo matrimonio, a la edad de 15 años, en su tierra natal. Cumpliendo con el protocolo de la época, de ser “pedida”.
Entre los “pedidores” estaban Hipólito Ventura Guerrero (hermano de Francisco y Defino Aparicio más conocido como “Guicho Garrobo”), trasladándose desde el DF hasta Lombardía, lugar en donde se celebró la boda, por las dos leyes: “civil” y “religiosa”, el 10 de diciembre de 1959, posteriormente instala su domicilio en Copala, en casa de su suegra Esteofanes Guerrero Rodríguez, ubicada en la colonia La Loma, en donde por cierto, continuaron los festejos del reciente matrimonio, hasta por tres días más.
Del matrimonio con Francisco, a partir del 16 de noviembre de 1960, fecha en que nace, en Copala, su primogénita (como cariñosamente le decía Francisco) Marina Ventura Ramírez, que para algunos es María del Mar, hasta el 17 de octubre de 1976, en que nace su séptimo y ultimo hijo Indalecio (conocido como el güero) ya en Playa Ventura; procrearon a Constancio (conocido como Paco) igualmente nacido en Copala; Catarina que nace en el original pueblo de El Cerro (mejor conocida como Caty); luego Gaudencio (Gencho) nacido en Playa Ventura); enseguida Valeria (Bella) nacida en San Luis Acatlán; y, finalmente, Hipólito (Gume), que nace también en Playa Ventura. La mayoría de ellos ahora, emprendedores, dedicados a la prestación de servicios turísticos en ese atractivo lugar.
Doña Elodia, como madre y mujer, cumplió con el deber moral de impulsar a sus hijas e hijos, forjando una familia de trabajo, razón por la cual ahora disfruta de sus nueras y yernos, así como de sus nietos y nietas, sus bisnietas y bisnietos que, a pesar de estar fuera del país algunos, no pierden la oportunidad de compartir momentos agradables, como seguramente lo harán este 26 de mayo del 2025.
Durante el periodo 1965-1968, al ocupar el cargo de Presidente Municipal Constitucional de Copala, su esposo Francisco, Doña Elodia, lo acompañó y apoyó siempre, desempeñándose en las tareas de atención a las familias y niñez, de Copala y sus comunidades.
Tal vez porque los presupuestos no fueron suficientes, como los actuales, la obra no impactó tanto, pero si el trabajo social, en la medida de las posibilidades.
Afortunadamente, hasta la fecha, como todas las mujeres surgidas de la humildad y sencillez, a su edad, Doña Elodia, no se detiene, se dedica a las tareas del hogar, atiende su modesto negocio de venta de alimentos y ropa típica en su domicilio, y con entusiasmo, se da el tiempo de impulsar, organizar, participar y disfrutar, con plenitud, de los eventos populares y religiosos en la comunidad de Playa Ventura. Por respeto al espacio no se mencionan otras actividades. Quizá haya otra oportunidad.
Hoy, sus familiares y amistades cercanas, al cumplir 80 años de fructífera existencia, reconocen en vida, a una mujer que aporto su modesto esfuerzo en el desarrollo de la sociedad Copalteca, superando las dificultades que se presentan en todos los pueblos.
¡¡Feliz cumpleaños Señora Elodia Ramírez Garibay!!
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