jueves, 6 de marzo de 2025

XX ANIVERSARIO LUCTUOSO DE COHINTA GUERRERO APARICIO (1925-2005).


Por César González Guerrero 

Si algo tiene el ser humano es  memoria. Quienes se olvidan de asuntos importantes vale la pena recordarles que se podrán olvidar  de todo, menos de los acontecimientos que marcan para siempre.                   

Es el caso de no olvidar a quienes entregaron todo por nosotros. Es el caso de nuestros difuntos cercanos, forjadores de familias exitosas, en los pueblos.                   

En esta ocasión, 5 de marzo del 2025 evocamos, como siempre, la memoria de mi madre Cohinta, la mujer que  hizo posible mantener a 4 hijos, desde 1952 que procreó al mayor  hasta 1961 que nació la cuarta hija.  

Por si fuera poco, consideró como hijas de crianza a otras dos hermanas, igual a dos nietos; apoyó con lo elemental a 4 jóvenes; todos recibieron el gesto solidario para estudiar y, en su caso,  formación profesional: de igual manera a otros tantos niños y niñas, que temporalmente se integraron a nuestro hogar: Javier, César, Delta, Yolanda, Amada, Nerida, Zeudith, Javier, Sabino, Daniel, Eustogio y Odilon.            

Durante más de 9 años, que se dice fácil, con mucho valor y fortaleza, tuvo que luchar y vencer todos los momentos difíciles de la época, que las familias campesinas, tienen que enfrentar.            

Lamentablemente no se logró evitar el fallecimiento de una de sus hijas, a los 8 meses de su nacimiento, a causa de una de las enfermedades con mayor impacto en los índices de mortalidad en esos años. La falta de atencion médica oportuna y de calidad, como aún sucede en algunas comunidades, no  logró que sobreviviera.            

Finalmente, con cuatro hijos pequeños, esposo campesino y sin ingresos suficientes, tuvo que luchar y sacrificarse, para alimentar a todos. Por supuesto, el esposo, haciendo lo propio, tratando de que no faltara lo indispensable en casa.                  

Como todas las mujeres de las diferentes épocas, en su calidad de madre, administrando la pobreza, ahorrando y optimizando el escaso dinero, en ese entonces llamado centavo,  alcanzó a ver triunfar a sus dos hijas y dos hijos. Asistiendo a cada una de las ceremonias de terminación y titulación profesional: dos maestras, un contador y un economista, durante la década de los setentas-ochentas.                             

Atrás habían quedado los años cuando aquellos pequeños, de 6 años de edad, sufrieron carencias de todo, enfermedades, tristezas y crisis sociales.                    

Mi madre, como varias que existen, siempre, de día y noche, hizo el papel de vigilante y guardian del desarrollo formativo de aquellos pequeños.               

Al papel de Esposa y madre también tuvo que desempeñarse, como hija única, de los cuidados de su madre hasta que, finalmente falleció.                   

Cohinta Guerrero Aparicio, como hija, esposa y madre cumplió. Como ella, sin duda, las encontramos olvidadas y no valoradas.                  

Como hija siempre estuvo atendiendo y apoyando a su madre Petra Guerrero, en las labores del hogar, vendiendo productos del campo, casa por casa y un modesto tendajon llamado changarro que, a falta de mercado, ofrecía mercancía a la gente. 

Como Esposa apoyó, en las buenas y en las malas, a mi padre Santacruz González Cortes, quien un buen tiempo se dedicó a las actividades del campo, compraventa de marranos, bracero, matancero, gestor social, y sin proponérselo, incursionó en la política municipal. En todos los momentos mi madre estuvo a un lado de él.  

Afortunadamente sobrevivieron ante los tiempos críticos.                     

Mi madre, se distinguió por su generosidad y solidaridad, recibiendo visitas de familias y amistades de todas comunidades. Para ellos siempre había agua, café y algo de comer. Y en varios casos, también un espacio para vivir. La cantidad de compadres y comadres, ahijadas y ahijados que aún viven son testigos.                   

Su altruismo se hizo más visible al acompañar a mi padre en su calidad de presidenta del DIF municipal, durante el periodo 1978-1980.  Desde ahí apoyó,  gestionó y entregó obras y acciones a familias de escasos recursos.                 

Mujeres como Cohinta hay muchas en Guerrero, solo falta rescatar y reconocer sus logros y beneficios en bien del pueblo. De preferencia en vida. Esa tarea está pendiente. 

¡Honor a quien honor merece!

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