miércoles, 18 de mayo de 2022

*EL VALOR DE EDUCAR – SEGUNDA PARTE*

 


Por:Efraín Flores Maldonado, Doctor en Ciencias de la Educación*.

*Con aprecio a la Mtra.Evelin Cecia Salgado Pineda ,legítima Gobernadora del Estado , reconociendo su eficaz labor,en favor de una educación  con mayor calidad,para la niñez y juventud del Estado.*

En esta segunda y última entrega, Savater afirma que la religión es significativa en lo educativo; iglesias, métodos y doctrinas, deben convencer a los pedagogos que la religión, más que “formar creyentes”, debe enseñarse para conocer “la historia de las religiones, sus símbolos y liturgias”; para que el educando las conozca, eligiendo adoptarlas o teniendo como suya la de su seno familiar. El infante en formación se considera frágil; se le muestra y se le oculta algo; lejos del sentido y utilidad de la libertad, se le ponen cadenas; Savater precisa que en cuanto a la libertad “deben enseñarse usos responsables y no aconsejar a los alumnos que renuncien a ser libres y críticos”. 

Porque la escuela es un instrumento formador y modelador de la conciencia; buscar el equilibrio entre presente y futuro; agrega que “las escuelas sirven para formar gente sensata, no santos”. Son los centros educativos, el espacio de enseñanza y discusión “de verdades encontradas”, ahí se debe enseñar ir a la búsqueda de lo desconocido. La escuela “es tiranía” frente a la cual, de vez en cuando se fraguan rebeliones personales o colectivas. 

Los maestros, sobre todo los mejores, en el fondo conocen su vocación “suicida”, pues “siendo imprescindibles al comienzo, su objetivo es formar individuos capaces de prescindir de su auxilio, de caminar por sí mismos y de olvidar o desmentir a quienes les enseñaron”. 

Educar es “potencializar el mayor número de virtudes que puedan coexistir armónicamente en cada alumno con sentido crítico”, porque “el mejor maestro puede enseñar, pero es el niño quien realiza siempre el acto genial de aprender”; es un encuentro entre el que desea enseñar y quien desea y puede aprender. La disciplina debe existir en dosis suficiente; no es casual que la palabra “disciplina” provenga de la etimología latina “discipulina” de “disco”, aprender y “pueripuella” que se refiere a los niños en “actitud” de aprovechar lo que se les enseña; no implica “fuerza o poder avasallante”, sino al contrario, “cualidad” del docente para mantener el interés de los alumnos en una dinámica responsable y de respeto mutuo. 

Savater recuerda que Platón en su “República” dice que “no habrá que emplear la fuerza para la educación de los niños; muy al contrario, deberá enseñárseles jugando para conocer las inclinaciones naturales de cada uno”. En este aspecto dice Savater, aportaron nuevos métodos de enseñanza "Basedow, Celestin Freinet y Ma. Montessori”; quienes incorporaron la perspectiva lúdica (jugando) a sus “métodos pedagógicos”, aun cuando el autor dice que los infantes “no solo deben jugar en la escuela, sino en todas partes”, pues en su entorno cotidiano, los niños van aprendiendo cosas. 

En el buen sentido de la palabra, se necesita tener autoridad moral para ser maestro; sobre todo si advertimos que, la palabra autoridad proviene del verbo latino eugeo, que significa “hacer crecer”. La escuela debe formar ciudadanos capaces de hacer y pensar; educar es tener en la mira una función humanizadora, pero sobre todo “formadora de hombres libres". 

El autor del libro “El valor de educar” nos dice que, en la educación la palabra “sensatez es la forma adecuada de reconciliar magisterio y autoridad”; también resalta que el proceso educativo debe encaminarse a conocer y buscar, pero sobre todo a formar actitudes de confianza intima; en la educación dice, “una de sus lecciones necesarias del aprendizaje debe ser la irreverencia y... ¡la disidencia razonada ¡”. En cierta forma Savater propone un modelo educativo activo y eficaz, con rasgos democráticos, que forme y prepare seres humanos capaces de criticar y rebelarse para transformar el entorno imperfecto conocido, cercano y distante.

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