Lucio
Cabañas Barrientos murió a manos del ejército un 2 de diciembre de 1974. Su
pensamiento sigue vigente. Guerrero es uno de las estados más pobres de la
República Mexicana y las causas que le dieron origen a la guerrilla siguen sin
resolverse.
Lucio
Cabañas nació en El Porvenir, zona cafetalera ubicada en el municipio de Atoyac
de Álvarez, el 15 de diciembre de 1938. Fue el segundo hijo de un matrimonio de
campesinos pobres. Su abuelo paterno Pablo Cabañas luchó en las filas
revolucionarias como zapatista.
Su
padre, Cesáreo Cabañas, fue asesinado a manos de un pistolero a sueldo, bajo
las órdenes de un cacique, por defender la tierra que pertenecía legalmente a
su pueblo, dejando en la orfandad a Lucio cuando éste tenía 12 años.
Lucio
y su hermano Pablo eran alquilados como peones por dos pesos con cincuenta
centavos o cinco pesos diarios, trabajando de 10 a 12 horas sembrando maíz,
criando animales, cortando leña y cargando costales.
A
los 17 años viajó a Tixtla para terminar la primaria, mientras trabajaba en el
campo, vendiendo paletas de hielo y como velador en un hotel.
Estudió
la secundaria en la Escuela la Normal de Ayotzinapa, donde destacó como
dirigente estudiantil. En el año de 1960 fue convocado, por medio del Comité
Ejecutivo Nacional de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de
México (organismo que aglutinaba a los estudiantes de las 32 normales rurales
del país), para elegir al nuevo secretario de la FECSM, que en ese momento
estaba a manos de priistas. Hubo dos candidatos, uno del PRI y el otro Lucio
Cabañas Barrientos, miembro de la Juventud Comunista. Se graduó de normalista a
los 24 años, en 1963.
Lucio
Cabañas empezó impartiendo clases como profesor de educación primaria en un
ejido en Mezcaltepec; un pueblo cercano a una zona de bosques, Lucio se unió al
descontento de los ejidatarios contra las compañías madereras que habían
incumplido con los contratos firmados con los campesinos. Para evitar que las
compañías siguieran talando, bloquearon con troncos de árboles el paso hacia
Mezcaltepec y lograron expulsar a los madereros de esa zona.
Las
empresas madereras lo denunciaron ante la Secretaría de Educación Pública en
Chilpancingo; fue entonces que los mandos educativos ordenaron su remoción a la
escuela Modesto Alarcón, ubicada en la cabecera Atoyac.
En
poco tiempo organizó a los padres de familia para que le pusieran un alto a las
exageradas exigencias de la directora, que entre otras cosas, pedía uniformes a
los niños cuyas familias no tenían ni para comer, además de exigir
cooperaciones e imponer castigos.
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