Editorial
Si en algo caracteriza al actual proceso electoral
2018, es la cruenta guerra sucia en que se encuentran enfrascados los tres
principales candidatos a la presidencia de la República: Andrés Manuel López
Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, de Morena, PAN y PRI. Van con todo
por la codiciada silla presidencial.
Desde sus “cuartos de guerra” ninguno de los tres candidatos da cuartel ni
ha decretado tregua alguna. Se dan con todo a través de su principal arma: las
redes sociales. Ya casi no cuentan con elementos para continuar los ataques,
pero la guerra sucia arrecia a todo lo que da.
A escasos días para que formalmente arranquen campañas
de proselitismo por casi todos los cargos de elección popular, no se observa triunfalismo por parte de
ninguno de los tres candidatos presidenciales. Cambiarán de estrategias, sin duda.
José Antonio Meade, candidato de la coalición
PRI-PVEM-Panal prepara a conciencia su campaña por la geografía nacional, pero
se desconoce si lo hará por las entidades donde el tricolor gobierna; o lo hará
en las regiones donde la oposición tiene el poder.
Ninguno de los tres candidatos presidenciales y los
independientes tendrían queja alguna por la labor que desempeña el gobernador
Astudillo Flores, quien respeta los tiempos y lo que faculta la Ley Electoral.
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