Astudillo y el reto en materia de Salud pública
*Falta
de humanidad del personal, la constante negligencia
Por
José Alberto Morales
Chilpancingo, Gro.- Si por necesidad usted
lleva a atender médicamente a un familiar al Hospital General “Raymundo Abarca
Alarcón”, tiene que ponerse exigente porque como lo ven lo tratan. En lo
personal jamás puse por delante mi calidad de comunicador y me mantuve
respetuoso en los diez días que duró mi pesadilla en ese nosocomio.
El domingo 15 de
noviembre del año en curso, a las 11 de
la noche llegamos al área de urgencias junto con mi esposa y mi bebé; fuimos
atendidos alrededor de las 2 de la mañana y mi hija Florelena fue recibida por
un pediatra – del cual no tengo el nombre - que solo nos dijo que la niña iba
muy mal y que “haría lo que se pudiera”. Mi nena tenía los ojos amarillos que
evidenciaba una hepatitis y llevábamos los resultados de unos análisis en los
que se veía el grado de afectación que llevaba pero el pediatra ni siquiera la
revisó y solo dio indicaciones a la médico general que la canalizara - ponerle
suero -. Antes, esa misma “doctora” me dijo en tono molesto: “si la niña tiene
hepatitis yo no la puedo tener aquí”, a lo que respondí: “es usted médico o
enfermera”, contestó: “soy médico general encargada del turno”, se dio la
vuelta y media hora después regresó más calmada y procedió a canalizarla.
Mi niña presentó
una hepatitis fulminante y debió ser atendida como se debía desde el momento en
que llegamos, pero el pediatra ni siquiera la revisó y para mala suerte era
lunes de puente. El pediatra que seguía en la guardia era el mismo que nos
recibió y no se fue a parar a revisarla. Entonces, al ver que mi hija no era
atendida comencé a buscar la intervención de gente externa que me ayudara y el
martes me aboqué a esa tarea.
Lamentablemente si
en el Hospital General no tienen “palancas” los familiares del paciente, éstos
mueren más pronto. Hay una terrible ausencia de humanidad en médicos y
enfermeras; aunque también me encontré con personal médico comprometido con su
profesión que no ven a los pacientes con signos de pesos, si no como personas
que necesitan de su apoyo para recobrar su salud.
El martes 17 de Noviembre del presente año, con la angustia y
desesperación de ver que los pediatras del Hospital General no atendían a mi
hija, busqué a gente de la diputada federal Beatriz Vélez Núñez y les solicité
que me apoyaran para que mi niña fuera atendida. Afortunadamente fui escuchado
y el miércoles 18 muy temprano ya estaba la pediatra Joana Urbina atendiendo a
mi bebé, ahí comprobé que sin palancas en ese maldito hospital el personal
médico no te hace caso.
La pediatra Urbina al ver a mi niña dijo que por la crisis
que presentaba ya tenía daño cerebral y que era urgente que se entubara. Y así
lo hizo, mi beba fue entubada y sedada. También me dijo que era vital
trasladarla al Hospital Infantil de México o al Instituto Nacional de
Pediatría, comenzó mi viacrucis por más de una semana buscando que alguien con
poder en Guerrero me consiguiera un espacio en esos nosocomios; ya habíamos
sido trasladados pero no había cama para que recibieran a mi nena. No lo
encontré, ni la gente de Beatriz Vélez ni el DIF Guerrero pudieron hacer algo;
sin embargo, desde este espacio les agradezco el intento.
Mi agradecimiento a la diputada federal Beatriz Vélez, por el
apoyo que me brindó a pesar de que he sido crítico con su trabajo. Gracias por
haberme mostrado su lado humano.
Y así me llevé una semana buscando el bendito espacio en los
hospitales de México para salvar a mi hija. No tuve éxito. El lunes 23 de
noviembre, los médicos - que ya atendían a mi hija luego de que la vieron
entubada – me dijeron que mi hija ya no estaba sedada desde el sábado 21 y que
necesitaban hacerle un electroencefalograma para conocer su actividad cerebral.
El martes 24 se lo practicaron pero con un hospital privado; el estudio lo tuve
que pagar porque la encargada de hacerlo en ese nosocomio estaba de vacaciones.
El diagnóstico fue que tenía muerte cerebral en un 90 por ciento. El mundo se
derrumbó para mí pero seguí firme en mi fe; esperaba un milagro y no llegó.
El miércoles 25 a las 10:35 de la mañana mi niña falleció y
con ella se fue una parte de mí, dejándome culpas por no haberla llevado a un
hospital privado aunque me hubiera endeudado. Mi hija debió ser tratada desde
el momento que ingresamos - el domingo 15 a las 11 de la noche - pero los
pediatras y los médicos generales carecen de humanidad de una manera
impresionante y no me la atendieron, entre ellos el pediatra Calvillo que
atendió a mi Flor ya que la vio entubada. La médico general que nos recibió el
domingo 15 le tocó atenderla 5 días después y cuando la vio dijo: “no puedo
creer que ya ha aguantado tanto” y le reclamé que no me la atendieron desde el
momento que ingresó y me dijo que ella recibía indicaciones del pediatra que
nos recibió, de ese maldito inhumano que ni siquiera la revisó.
Hoy solo me queda pensar que era el destino que tenía Dios
para mi Florelena. Ella murió a mi lado cuando yo la tomada y apretaba de su
mano y le pedí perdón por no haber podido hacer más por ella.
Para desgracia de
mi familia Florelena murió. A pesar del dolor que representa su pérdida para
sus hermanos, su mamá y para mí, si el tiempo regresara y la vida me preguntara
si la quiero como hija, no lo dudaría ni un segundo y diría que si a pesar del
sufrimiento terrible que sé que iba a padecer al perderla.
Ella se fue y
sufrió demasiado por la nula atención del personal médico del Hospital General,
pues como lo he dicho actuaron hasta que intervino la diputada federal Beatriz
Vélez.
Señor gobernador
Héctor Astudillo Flores, le habla un padre de familia destrozado por la pérdida
de su pequeña hija, sé que comprende mi dolor porque un día antes de que yo
perdiera a mi hija usted perdió a su mamá. Con el corazón en la mano le pido
que ponga orden en los hospitales públicos a los que lamentablemente tenemos
que acudir las personas de escasos recursos económicos. Nuestra salud está en manos
de gente insensible que acude a los nosocomios solo a cumplir con un horario
para poder cobrar una quincena.
Es urgente que su
gobierno aplique políticas públicas en materia de salud que sean eficientes y
entre ellas se trabaje particularmente en profesionalizar y humanizar al
personal médico de los hospitales.
No es posible que
los familiares de los pacientes, con la preocupación e incertidumbre por la
pérdida de la salud de sus seres queridos, tengan que enfrentarse a la
insensibilidad de los médicos. En el Hospital General se tienen que enfrentar
primero a los policías quienes desde la entrada principal no permiten el
acceso; solo dejan pasar a un familiar. Después al personal médico que no te
atiende y menos dan informes de los pacientes. Tienen que estar graves y a
punto de morir para que se hagan presentes y te comiencen a bombardear de
información.
Esto tiene que cambiarlo señor gobernador, es triste ver a decenas de personas durmiendo afuera del hospital al aire libre, sin un techo que mitigue un poco el frio intenso que hace en esa zona.
Esto tiene que cambiarlo señor gobernador, es triste ver a decenas de personas durmiendo afuera del hospital al aire libre, sin un techo que mitigue un poco el frio intenso que hace en esa zona.
Comprendo el
trabajo de los policías porque reciben órdenes superiores de la dirección del
hospital, pero que respuesta puede dar la administración sobre esta política de
“seguridad”, si cuando fue balaceado el nosocomio de nada sirvió su personal de
vigilancia.
Los policías son
utilizados para no permitir la entrada de los familiares y para vigilar que no
se carguen los teléfonos celulares en los contactos del hospital, esta medida
también afecta a los familiares de los pacientes, ya que el teléfono es
fundamental para que el familiar que cuida al paciente informe a los demás
sobre la atención médica que se está recibiendo. O para recibir llamadas de
personas externas a las que se ha contactado para que el paciente pueda ser
atendido.
Señor gobernador,
destaque usted en esta administración como el mandatario que le cuidó y amarró
las manos a su Secretario de Salud. No es posible que todos los funcionarios de
esa dependencia lleguen a llevarse el dinero destinado a preservar la salud de
los guerrerenses y como consecuencia no existan suficientes especialistas en un
nosocomio de segundo nivel, material quirúrgico y ni medicamentos.
Señor gobernador,
sorprenda usted a sus paisanos y construya un hospital de Tercer Nivel como los
que hay en la ciudad de México. No es posible que Chilpancingo que es la
capital de Guerrero no cuente con un hospital de este tipo y tengamos que estar
en espera de un milagro para que a nuestros familiares los reciban en el D.F y
puedan ser atendidos. Muchos por la espera han muerto, como el caso de mi niña.
A los médicos y
enfermeras con marcada ausencia de humanidad en el Hospital General, solo queda
decirles que Dios existe y él nos cobra todo.
Mi agradecimiento
a las enfermeras, médicos generales y especialistas que me brindaron su
atención e información…
Nos leemos mañana,
mientras era necesario que les contara todo lo que viví en el “Nosocomio de la
Muerte”. Es importante que las autoridades estatales hagan algo al respecto y
que lo hagan ya. Mi agradecimiento a todos mis amigos que estuvieron conmigo y
que gracias a Dios fueron muchos. Nosotros estamos tratando de vivir sin la
presencia física de mi Florelena; un angelito que aunque mi familia la quería
mantener físicamente, hoy nos cuida desde el cielo.
moralessantosjosealberto@gmail.com
Si por necesidad
usted lleva a atender médicamente a un familiar al Hospital General “Raymundo
Abarca Alarcón”, tiene que ponerse exigente porque como lo ven lo tratan.
Hermanos hermanas amigos amigas y gente bonita de toda la República
alcemos una oración por el eterno descanso de este angelito que partió de este
mundo, con rumbo al lado de papa Jesús *Florelena* hija de nuestro amigo
hermano y compañero José Alberto Morales Santos, descanse
en paz.
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