viernes, 4 de diciembre de 2015

Hospital “Raymundo Abarca Alarcón” el nosocomio de la muerte

Astudillo y el reto en materia de Salud pública
*Falta de humanidad del personal, la constante negligencia
Por José Alberto Morales
Chilpancingo, Gro.- Si por necesidad usted lleva a atender médicamente a un familiar al Hospital General “Raymundo Abarca Alarcón”, tiene que ponerse exigente porque como lo ven lo tratan. En lo personal jamás puse por delante mi calidad de comunicador y me mantuve respetuoso en los diez días que duró mi pesadilla en ese nosocomio.
El domingo 15 de noviembre del año en curso,  a las 11 de la noche llegamos al área de urgencias junto con mi esposa y mi bebé; fuimos atendidos alrededor de las 2 de la mañana y mi hija Florelena fue recibida por un pediatra – del cual no tengo el nombre - que solo nos dijo que la niña iba muy mal y que “haría lo que se pudiera”. Mi nena tenía los ojos amarillos que evidenciaba una hepatitis y llevábamos los resultados de unos análisis en los que se veía el grado de afectación que llevaba pero el pediatra ni siquiera la revisó y solo dio indicaciones a la médico general que la canalizara - ponerle suero -. Antes, esa misma “doctora” me dijo en tono molesto: “si la niña tiene hepatitis yo no la puedo tener aquí”, a lo que respondí: “es usted médico o enfermera”, contestó: “soy médico general encargada del turno”, se dio la vuelta y media hora después regresó más calmada y procedió a canalizarla.
Mi niña presentó una hepatitis fulminante y debió ser atendida como se debía desde el momento en que llegamos, pero el pediatra ni siquiera la revisó y para mala suerte era lunes de puente. El pediatra que seguía en la guardia era el mismo que nos recibió y no se fue a parar a revisarla. Entonces, al ver que mi hija no era atendida comencé a buscar la intervención de gente externa que me ayudara y el martes me aboqué a esa tarea.
Lamentablemente si en el Hospital General no tienen “palancas” los familiares del paciente, éstos mueren más pronto. Hay una terrible ausencia de humanidad en médicos y enfermeras; aunque también me encontré con personal médico comprometido con su profesión que no ven a los pacientes con signos de pesos, si no como personas que necesitan de su apoyo para recobrar su salud.
El martes 17 de Noviembre del presente año, con la angustia y desesperación de ver que los pediatras del Hospital General no atendían a mi hija, busqué a gente de la diputada federal Beatriz Vélez Núñez y les solicité que me apoyaran para que mi niña fuera atendida. Afortunadamente fui escuchado y el miércoles 18 muy temprano ya estaba la pediatra Joana Urbina atendiendo a mi bebé, ahí comprobé que sin palancas en ese maldito hospital el personal médico no te hace caso.
La pediatra Urbina al ver a mi niña dijo que por la crisis que presentaba ya tenía daño cerebral y que era urgente que se entubara. Y así lo hizo, mi beba fue entubada y sedada. También me dijo que era vital trasladarla al Hospital Infantil de México o al Instituto Nacional de Pediatría, comenzó mi viacrucis por más de una semana buscando que alguien con poder en Guerrero me consiguiera un espacio en esos nosocomios; ya habíamos sido trasladados pero no había cama para que recibieran a mi nena. No lo encontré, ni la gente de Beatriz Vélez ni el DIF Guerrero pudieron hacer algo; sin embargo, desde este espacio les agradezco el intento.
Mi agradecimiento a la diputada federal Beatriz Vélez, por el apoyo que me brindó a pesar de que he sido crítico con su trabajo. Gracias por haberme mostrado su lado humano.
Y así me llevé una semana buscando el bendito espacio en los hospitales de México para salvar a mi hija. No tuve éxito. El lunes 23 de noviembre, los médicos - que ya atendían a mi hija luego de que la vieron entubada – me dijeron que mi hija ya no estaba sedada desde el sábado 21 y que necesitaban hacerle un electroencefalograma para conocer su actividad cerebral. El martes 24 se lo practicaron pero con un hospital privado; el estudio lo tuve que pagar porque la encargada de hacerlo en ese nosocomio estaba de vacaciones. El diagnóstico fue que tenía muerte cerebral en un 90 por ciento. El mundo se derrumbó para mí pero seguí firme en mi fe; esperaba un milagro y no llegó.
El miércoles 25 a las 10:35 de la mañana mi niña falleció y con ella se fue una parte de mí, dejándome culpas por no haberla llevado a un hospital privado aunque me hubiera endeudado. Mi hija debió ser tratada desde el momento que ingresamos - el domingo 15 a las 11 de la noche - pero los pediatras y los médicos generales carecen de humanidad de una manera impresionante y no me la atendieron, entre ellos el pediatra Calvillo que atendió a mi Flor ya que la vio entubada. La médico general que nos recibió el domingo 15 le tocó atenderla 5 días después y cuando la vio dijo: “no puedo creer que ya ha aguantado tanto” y le reclamé que no me la atendieron desde el momento que ingresó y me dijo que ella recibía indicaciones del pediatra que nos recibió, de ese maldito inhumano que ni siquiera la revisó.
Hoy solo me queda pensar que era el destino que tenía Dios para mi Florelena. Ella murió a mi lado cuando yo la tomada y apretaba de su mano y le pedí perdón por no haber podido hacer más por ella.
Para desgracia de mi familia Florelena murió. A pesar del dolor que representa su pérdida para sus hermanos, su mamá y para mí, si el tiempo regresara y la vida me preguntara si la quiero como hija, no lo dudaría ni un segundo y diría que si a pesar del sufrimiento terrible que sé que iba a padecer al perderla.
Ella se fue y sufrió demasiado por la nula atención del personal médico del Hospital General, pues como lo he dicho actuaron hasta que intervino la diputada federal Beatriz Vélez.
Señor gobernador Héctor Astudillo Flores, le habla un padre de familia destrozado por la pérdida de su pequeña hija, sé que comprende mi dolor porque un día antes de que yo perdiera a mi hija usted perdió a su mamá. Con el corazón en la mano le pido que ponga orden en los hospitales públicos a los que lamentablemente tenemos que acudir las personas de escasos recursos económicos. Nuestra salud está en manos de gente insensible que acude a los nosocomios solo a cumplir con un horario para poder cobrar una quincena.
Es urgente que su gobierno aplique políticas públicas en materia de salud que sean eficientes y entre ellas se trabaje particularmente en profesionalizar y humanizar al personal médico de los hospitales.
No es posible que los familiares de los pacientes, con la preocupación e incertidumbre por la pérdida de la salud de sus seres queridos, tengan que enfrentarse a la insensibilidad de los médicos. En el Hospital General se tienen que enfrentar primero a los policías quienes desde la entrada principal no permiten el acceso; solo dejan pasar a un familiar. Después al personal médico que no te atiende y menos dan informes de los pacientes. Tienen que estar graves y a punto de morir para que se hagan presentes y te comiencen a bombardear de información.
Esto tiene que cambiarlo señor gobernador, es triste ver a decenas de personas durmiendo afuera del hospital al aire libre, sin un techo que mitigue un poco el frio intenso que hace en esa zona.
Comprendo el trabajo de los policías porque reciben órdenes superiores de la dirección del hospital, pero que respuesta puede dar la administración sobre esta política de “seguridad”, si cuando fue balaceado el nosocomio de nada sirvió su personal de vigilancia.
Los policías son utilizados para no permitir la entrada de los familiares y para vigilar que no se carguen los teléfonos celulares en los contactos del hospital, esta medida también afecta a los familiares de los pacientes, ya que el teléfono es fundamental para que el familiar que cuida al paciente informe a los demás sobre la atención médica que se está recibiendo. O para recibir llamadas de personas externas a las que se ha contactado para que el paciente pueda ser atendido.
Señor gobernador, destaque usted en esta administración como el mandatario que le cuidó y amarró las manos a su Secretario de Salud. No es posible que todos los funcionarios de esa dependencia lleguen a llevarse el dinero destinado a preservar la salud de los guerrerenses y como consecuencia no existan suficientes especialistas en un nosocomio de segundo nivel, material quirúrgico y ni medicamentos.
Señor gobernador, sorprenda usted a sus paisanos y construya un hospital de Tercer Nivel como los que hay en la ciudad de México. No es posible que Chilpancingo que es la capital de Guerrero no cuente con un hospital de este tipo y tengamos que estar en espera de un milagro para que a nuestros familiares los reciban en el D.F y puedan ser atendidos. Muchos por la espera han muerto, como el caso de mi niña.
A los médicos y enfermeras con marcada ausencia de humanidad en el Hospital General, solo queda decirles que Dios existe y él nos cobra todo.
Mi agradecimiento a las enfermeras, médicos generales y especialistas que me brindaron su atención e información…

Nos leemos mañana, mientras era necesario que les contara todo lo que viví en el “Nosocomio de la Muerte”. Es importante que las autoridades estatales hagan algo al respecto y que lo hagan ya. Mi agradecimiento a todos mis amigos que estuvieron conmigo y que gracias a Dios fueron muchos. Nosotros estamos tratando de vivir sin la presencia física de mi Florelena; un angelito que aunque mi familia la quería mantener físicamente, hoy nos cuida desde el cielo. moralessantosjosealberto@gmail.com
 Si por necesidad usted lleva a atender médicamente a un familiar al Hospital General “Raymundo Abarca Alarcón”, tiene que ponerse exigente porque como lo ven lo tratan.
Hermanos hermanas amigos amigas y gente bonita de toda la República alcemos una oración por el eterno descanso de este angelito que partió de este mundo, con rumbo al lado de papa Jesús *Florelena* hija de nuestro amigo hermano y compañero José Alberto Morales Santos, descanse en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario