De Frente
Por: Miguel Ángel Mata Mata
TEMER
Temprano, antes que el sol bañe los cerros que cobijan a la Autopista del Sol, él tuvo angustia por el riesgo o daño real, o imaginario, de comenzar una nueva jornada de trabajo.
Ella le hizo la señal de la cruz con su manita derecha. Por la señal, comenzó en la frente, hasta terminar, de la Santa Cruz, con un amén acompañado con un beso a la mano que fue a la boca de él. Así quiso conjurar el recelo o aprensión que tenía por lo que le pudiese suceder a él.
Temían. Él, que saldría, a pesar del miedo, para proveer los alimentos a la casa. Ella, que aguardaría, a pesar de la incertidumbre, el regreso de él.
Es el temor que se ha convertido en pavor y aprensión que, en el absurdo, se convierte en valor para salir y tomar el volante de su taxi y trabajar, en valentía, para esperar el regreso. Por otro día más.
De un tiempo, a la fecha, así se vive en Acapulco. Entre silbidos de balas, fiu, fiu, fiu, se esquiva el miedo y le damos gracias a Dios porque, solo por hoy, hemos sobrevivido.
Solo por hoy.
LA VALENTÍA
Los balearon por ahí, cerca de la avenida Ejido. Creo que fue por entre las calles siete y ocho. Ellos eran trabajadores de una empresa que distribuye carnes frías a los súper mercados. Nadie supo por qué les metieron varios tiros a esos jóvenes, casados y con hijos.
Por ahí cerca, creo que por la calle nueve o diez, pero estoy seguro que fue antes que la calle trece, se repitió la escena. Balearon a los trabajadores de un camión que trasporta cervezas. Los mataron.
¿Por qué? A tres o cuatro meses de los hechos nadie ha dado una respuesta.
Para ellos no hubo investigación. Convertidos en un número engordaron la estadística de muertes violentas que son sometidas a dieta en los lujosos escritorios de los gobiernos.
Nadie, pero nadie, nadie, les ha hecho justicia.
Ellos, las víctimas, fueron valientes. Antes de morir habrían autorizado que sus órganos fuesen donados para salvar otras vidas.
En el hospital general regional del Seguro Social, de la avenida Constituyentes, dos filas largas, de enfermeros, médicos y desconocidos, despidieron los cuerpos de ellos.
Los aplausos salían de las manos de dos filas largas, largas, de un gracias que puso chinita la piel enfriada por un lagrimal recurrente.
Ellos salvarán otras vidas al donar sus órganos. Hicieron lo que nadie ha hecho por ellos: salvarlos.
OTRA VEZ
En los alrededores de Mozimba la calma chicha dejó de serlo.
Ese ambiente que, dicen, se respira como violento es el aviso, comentan, de que algo sucederá ¿Qué cosa pasará? Sepa. Pero de que algo pasará, pasará, decían los vecinos.
Balearon al chofer de una urvan, del transporte púbico, en la esquina de Granjas y Calzada Pie de la Cuesta. Luego a tres o cuatro, entre ellos a una checadora del transporte público, en la colonia Antorcha Revolucionaria. Dicen que agarraron a los sicarios, pero no a quienes los mandaron.
Otro día apareció, en cachitos, el cuerpo de un tipo, detrás de la iglesia de Mozimba. Quemaron otra unidad del transporte público, por la zona.
Ahora ya sabemos que esa calma, llamada chicha, se rompe en un instante.
Los choferes del transporte público se armaron de valor. Bloquearon la calzada Pie de la Cuesta ahí, en la esquina con la avenida Granjas, donde dejaron a uno decapitado. Le exigen al gobierno seguridad para poder trabajar, sin miedo.
La manifestación pública fue disuelta. Desconocidos les dispararon desde algún lugar de la colonia Los Palomares.
Más vale aquí corrió que aquí quedó, fue la consigna.
Desde entonces ya no hay protestas. El miedo ha ganado.
EN LA ZONA CONURBADA
Han sido choferes de los taxis amarillo con blanco, lo mismo que de las camionetitas que llevan a la gente a las colonias ubicadas lejos de lo que es lejos del centro.
Los han baleado. Los han hecho cachitos. Los han decapitado. Los han amenazado. Los han extorsionado. Ya no salen a trabajar luego de las ocho de la noche.
La semana pasada sacaron valor del miedo. Cogieron unas cajas de muerto, de las baratas, porque no alcanzaba para más.
Las llevaron a la colonia Paso Limonero, que es la curvita donde la Autopista del Sol y la carretera federal se hacen una y angosta, para llegar al puerto de Acapulco.
Cerraron la vialidad con los cajones para muerto quemándose en la cinta asfáltica.
Funcionarios del gobierno hablaron con ellos para liberar la vía, en plena temporada alta de turismo de Semana Sata. Accedieron y dejaron el paso libre. Entre ellos el chofer de un taxi al que se le veía el número, creo que 2890.
Por la tarde el taxista que manejaba ese taxi fue asesinado.
¿Alguien volverá a protestar?
LAS FIESTAS EN ACAPULCO
Cada año, en viernes, los creyentes pasean la imagen de un Cristo bañado en sangre. Le dan vueltas a la Plaza Álvarez de Acapulco.
Lo devuelven a la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y lo devuelven, por la tarde, a una vitrina, donde se le venera emotiva y fervientemente todo el año.
El Cristo ensangrentado significa, nos contó un laico, que la Iglesia Católica enseña la existencia del Purgatorio, en donde las almas de los justos que mueren con mancha de pecado se purifican expiando sus faltas antes de ser admitidas en el Cielo.
El Purgatorio. Donde se purgan los pecados. Eso parece Acapulco. En el Purgatorio.
¿Iremos, luego de aquí, al Cielo?
LAS OTRAS FIESTAS
Hubo, este fin de semana, además de las fiestas religiosas, una llamada El Jolgorio, que reunió a músicos y danzantes de todo el país.
Otra, que reunió a casi novecientas personas que se tiraron al piso para bailar la popular canción, llamada La Iguana.
Fiesta, fiesta y fiesta que disimula que Acapulco purga sus penas como aquel Santo Cristo que es paseado por el Zócalo, bañado en sangre.
La mañana de este viernes, en las calles Eduardo Mendoza y Nicolás Bravo, detrás de la catedral de Nuestra Señora de la Soledad, desconocidos quemaron otra camioneta Urvan, del servicio público de transporte de la ciudad.
¡Que siga la fiesta!
QUE CONSTE
1) El cronista legítimo del pueblo de Acapulco, Anituy Rebolledo Ayerdi, quien ha escrito historias de la ciudad desde hace medio siglo, en medios impresos, ha sido inscrito en la convocatoria que lanzó el ayuntamiento de Acapulco para designar al cronista de la ciudad. ¡Bienvenido, maestro!
2) En la Cámara de Comercio de Acapulco, surge una corriente de comerciantes que quieren un cambio. Han sido veinte años que el joven Alejandro Martínez ha dirigido, muy bien, los destinos de ese organismo empresarial. Quienes buscan un cambio pretenden elevar el nivel que se merecen los Canaco’s. Ellos han definido que el perfil de quien sustituya al eficiente Alex seas de alguien que es médico, analista, politólogo, periodista, Couch Manager, locutor, terapeuta infantil, escritor y, además, comerciante. Al parecer también es descendiente directo de Maximiliano de Habsburgo. Suerte a este dechado de virtudes que se merecen los comerciantes adheridos a Canaco Acapulco.
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