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viernes, 1 de marzo de 2013

El tercer pilar del siglo XX en Francia fue Jean Paul Sartre, un escritor mediático, un rock star.


Reportaje/II-ultima-Parte
De todo esto se nutre y se lleva en el ADN en el periodismo de investigación. Todos los días hay que aprender de estas lecciones.
Para los de mi generación y otras más influyó en buena medida el llamado nuevo periodismo, la novel no fiction. La difuminada frontera entre periodismo y literatura. Tom Wolfe, considerado el padre del nuevo periodismo que surgió hacia la mitad de la década de los sesenta, y que convulsionó el panorama literario norteamericano.
Para los Nuevos Periodistas de mi generación había que estar donde pasaban las cosas, así nos formamos los reporteros del desaparecido unomásuno, había que tomar contacto con la realidad, dejar atrás el escritorio, los boletines y la declaracionitis. Dar paso a la investigación. Cambiar el periodismo, como lo demostró ejemplarmente Truman Capote con su reportaje-novela A sangre Fría.
A pesar de estas aportaciones, el periodismo de investigación tiene raíces más profundas. Surgió en Estados Unidos a principios del siglo XX. El periodismo de investigación muy pronto encontró a un público lector cada vez más ávido y numeroso, fue bautizado en 1906 por el presidente T. Roosevelt, como “Mukrakers” (removedores de estiércol). No hubo rincón de la vida política y económica de las grandes ciudades de Estados Unidos que no quedara cubierta por los periodistas de investigación. Reportajes y artículos sobre desfalcos en la bolsa de valores, de falsificación de patentes médicas o ilegalidades y atentados contra la salud pública de las empacadoras de carne, tenas en esos años, que presionaban a los protagonistas de los relatos. Los periodistas daban cuenta sobre la corrupción que privaba indistintamente en la sociedad estadounidense, fueron políticos o empresarios, trabajadores negros o blancos, ciudadanos en general, todos por igual, quebrantando o despreocupándose de las leyes.
Los pioneros del periodismo de investigación fueron los reporteros de McClure’s Magazine que desataron el escándalo de la compañía petrolera de John Rockefeller, la “Standard Oil”, en la que documentaban los manejos poco escrupulosos de los empresarios, de cómo destruía a sus competidores, con qué métodos se apropiaba de recursos naturales y compraba a los legisladores.  (Aquí vale subrayar que en México cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia).
Esto demuestra que el periodista es un ser social activo, que en alguna medida ejerce un liderazgo social. Aun no proponiéndoselo, el periodista influye sobre las circunstancias, los hechos, las conductas políticas, sociales y económicas de su país. A contracorriente, como decía Buendía, ya es tiempo de que abiertamente se diga que la sociedad no tiene por qué apoyar a periodistas que han desertado de sus deberes esenciales y de sus compromisos frente a la misma sociedad, cuya inteligencia ofenden con un producto generalmente de baja calidad ética, y cuyo sentido de justicia violentan con la calumnia, la injuria, la extorsión y la grosera alabanza bajo estipendio.
El periodismo de investigación es un compromiso social que tiene reglas claras y definidas. (Buendía dixit) Hablar de ética entre nosotros los periodistas es como mencionar el cilindro: casi todos afirmarían que lo pueden tocar, pero no muchos se ofrecerían como voluntarios para cargar con él.
El periodismo de investigación es un trabajo que se hace en solitario, requiere de disciplina intelectual, compromiso social, como un contrapoder pese a la autocensura por los intereses de los medios, es un trabajo de largo aliento y costoso porque requiere de mucho tiempo y paciencia, el periodista necesita de intuición, agudeza, ojos escrutadores, cultura, inteligencia, investigar no sólo requiere método, también es imprescindible contar con técnicas determinadas y con una estrategia adecuada para cada caso. Es armar un rompecabezas, dejar de lado las filtraciones, confirmar los datos con el mayor rigor, dejar de lado los rumores, apoyarse en documentos, saber desclasificar expedientes y un buen archivo y contactos en todos los ámbitos. Someter la información al máximo proceso de verificación. El periodismo de investigación se base en tres reglas: 1.- Debe ser un tema propio del periodista, 2.- Que sea un tema de interés público y 3.- develar si hay algo oculto… Y una cosa muy importante: diferenciar lo público de lo privado.
Cito aquí un ejemplo del especialista en políticas públicas, el doctor Carlos Salazar Vargas quien de manera precisa y concisa expone las diferencias entre lo público y lo privado.
Alrededor de lo “público/privado” –dice nuestro amigo Salazar Vargas– existen cuatro niveles de análisis, relacionados entre sí y que incumben al Politing, (y al periodismo de investigación por supuesto) así: el (1) Se refiere a la esfera pública, versus esfera privada, en la que lo público equivale a lo estatal y lo privado al mercado. Por eso, se habla de instituciones públicas -o de seguridad pública- y de empresas privadas, o bien del interés público y de los intereses privados. Hay entonces, instituciones que son organizaciones públicas (secretarías/ministerios/oficinas: toda una gama de Organizaciones Estatales, Paraestatales y Gubernamentales) en el orden nacional, estatal, regional y municipal. Otras, se consideran del ámbito privado, porque su capital tiene menos del 50 % de aportes gubernamentales (aquellos que provienen de nuestros impuestos). El (2) Sitúa la esfera pública -de manera un tanto paradójica- en la sociedad civil y no en el Estado. Aquí, la esfera pública encuentra su fundamento en la capacidad de la sociedad civil (irónicamente compuesta por individuos privados) quienes se organizan independientemente del Estado. Así, el espacio público se caracteriza por ser un espacio de comunicación y discusión crítica y racional. El (3) Utiliza el concepto de lo público con la idea de accesibilidad y de universalidad. Así, se habla de espacio público o de educación pública y es donde se encuentra la “información pública”, aquella de uso y consumo general (para todos los ciudadanos), opuesta a la información reservada (clasificada y secreta o “Privada”), para uso y consumo de un grupo, institución o un gremio particular. En el (4) Está lo que es público, en oposición a lo que permanece oculto o es secreto. Por eso, se asegura que los políticos -al igual que artistas, figuras de farándula, deportistas y/o líderes de opinión- tienen una vida “privada”, diferente/distinta de aquella que ejercen o representan en “público”.
Hoy, las divisiones entre “público/privado” se han desdibujando y una de las razones es por el caso del colombiano Marco Fidel Suárez, cuya madre -doña Rosalía- lavó ropa ajena y amasó galletas para levantar a su familia. Este antecedente lo aprovechó un detractor y en pleno “Congreso de la República” le vociferó que no podía pertenecer a esa “Corporación de ilustres hijos de la República”, porque su madre era una “mujer pública”. Éste escritor, periodista, político, Presidente de la República, varias veces ministro, miembro de la Academia Colombiana de Historia y quien recibió diversas condecoraciones como la de Caballero de Primera Clase de manos del Papa Benedicto XV, así respondió a esta vil acusación: “Si pública es la mujer que por puta es conocida/re-pública ha de ser una puta muy corrompida./Siguiendo el silogismo de esta lógica absoluta,/todo aquel que se reputa de la República ser hijo,/será como se dijo, un grandísimo hijo de puta”. Por eso, hay políticos que nunca quieren saber si son públicos o privados.
Por lo anterior queda claro que en la historia del periodismo de investigación destacan los detalles que definen los grandes reportajes: cuentan lo que nadie quiere que se sepa, utilizan gran cantidad de datos y fuentes para confirmarlo y explicarlo, y el resultado es una gran historia.
Uno de los más grandes periodistas contempóraneos, Paul Steiger ex reportero de Los Angeles Times y The Wall Street Journal  se dio a la tarea de impulsar una de las propuestas periodísticas más atrevidas del siglo XXI: ProPublica.
Este proyecto de ProPublica surgió de la iniciativa de un par de filántropos, Herbert y Marion Sandler quienes pidieron consejo a Paul Steiger, preocupados ante la disminución del periodismo de investigación en las redacciones tradicionales. Destinaron 10 millones de dólares a ProPublica para mantener vivo el periodismo de investigación. Este proyecto periodístico se está financiando con donaciones y aunque cuenta con una pequeña redacción ha obtenido, en sólo seis años desde su creación, una treintena de premios, entre ellos el Pulitzer, el máximo galardón para el periodismo de investigación. Cito un ejemplo: uno de los reportajes de ProPublica sobre los estragos del huracán Katrina reveló que los médicos de un hospital de Nueva Orleans habían optado por matar silenciosamente a algunos de sus pacientes ante la imposibilidad de hacerse cargo de ellos tras la catástrofe.
Esto demuestra que si bien la gran mayoría de los medios tradicionales están en crisis, pese a ello debemos ser optimistas respecto del futuro del periodismo, aún mucho más con la aplicación, cada día, de nuevas tecnologías.
Eso también lo hemos podido constatar en los grandes diarios del mundo, como The New York Times, The Guardian, Le Monde, El País, The Wall Street Journal y The Washington Post, por citar algunos de los más importantes e influyentes.
The Washington Post, por ejemplo, realizó una gran investigación titulada Top Secret America. Los reporteros Dana Priest  y William M. Arkin, pasaron dos años investigando todos los resquicios del entramado de los servicios secretos, las redes de espionaje y su negocio, sus vinculaciones políticas y económicas, y los lugares donde están los principales centros secretos. Los reporteros utilizaron bases de datos, mapas, buscadores y otras herramientas tecnológicas para conseguir y procesar la información. El resultado ofrecer una mejor información a sus lectores bajo el principio del Derecho a saber a pesar de los obstáculos como las dilaciones indebidas en la solicitud de desclasificación de información y a la protección de datos bajo el argumento de Seguridad.
En todas partes se cuecen habas. Sabemos gracias al periodismo de investigación de los escándalos e intrigas en el Vaticano, de la red de pederastas donde se involucran jerarcas del clero con políticos y mafias del crimen organizado. Y aún con pruebas irrefutables a muchos sacerdotes los canonizan pese a las complicidades y encubrimientos. Cuando un periodista cuestionó a un reputado monseñor sobre la responsabilidad del Papa Juan Pablo II en el encubrimiento de pederastas como el padre Marcial Masiel, sólo acertó a exclamar: “Que voy a decir de ese Papa admirable, si me ordenó a mi cuando visitó Valencia”.
Para concluir quisiera abordar en mi caso personal mi trabajo como periodista más de investigación que de historiógrafo. Se me ha etiquetado como el biógrafo de Carlos Slim y de otros personajes como La Maestra Nostra y el Perofesor Hank. Pinto mi raya porque el biógrafo, generalmente llega al personaje por admiración o afinidad, aunque su travesía le lleve a destruir el mito.
Vivimos el boom de las biografías póstumas de todo tipo de personajes llevándolos a dimensiones de idolatría, yo he escrito sobre personajes vivos y no me importa si mis investigaciones descansan sobre el lado más oscuro del personaje investigado, como también lejos de las intachables vidas de santos. No hay razón para el escándalo, ¿quién no ha escondido una mancha detrás de un cuadro? Aunque debo decir que para un escritor o un periodista existen miserables secretos de la vida. Esos secretos no cambian nada. Cambian si haces una biografía de verdad, pero mejor hacerlas cuando el biografiado haya muerto.

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